sábado, 30 de abril de 2011

No s'oblidem...

El sabor de la muerte (ALESIA cap. XIV)

La noche avanzaba y la situación cambiaba poco. De vez en cuando algún galo conseguía escalar la empalizada y presentar batalla cuerpo a cuerpo, pero las largas espadas que usaban los galos no eran rivales para la lucha en un pequeño espacio a la que estaban acostumbrados los romanos y para la que disponían de la corta y manejable gladius, un arma muy eficaz en las distancias cortas. Aunque los proyectiles y flechas lanzadas desde el exterior, causaron un gran número de bajas y mermaron muchísimo las defensas romanas.

 
En un momento dado se escuchó un tremendo griterío en un lateral. Flaco vio como un grupo de galos había conseguido superar la empalizada y abrir una brecha. Al mandato del silbato del centurión, abandonaron su posición y corrieron a la formación para hacer frente a aquel grupo de galos que aumentaba de forma preocupante. Aquel era el terreno preferido de Flaco. Así le habían enseñado a combatir y era el momento en el que se sentía más vivo que nunca, curiosamente cuando más cercana tenía la muerte. Pero en formación, frente a un enemigo, Flaco era un pez en el agua. Al silbato todos avanzaron a una y cargaron. Los galos, desordenados y separados, cayeron en un abrir y cerrar de ojos y la formación se deshizo para acarrear material de nuevo y reconstruir aceleradamente la brecha y así, en aquella frenética actividad, Flaco se percató de que ya no caían proyectiles ni se escuchaban gritos. El ataque había cesado, al menos por el momento.
 
Las órdenes rápidas del decurión le llevaron de nuevo a su torre del noroeste. Flaco estaba exhausto, pero no tenía ninguna herida que lamentar. El sudor y la sangre seca se habían mezclado en su cara provocando la caída de un liquidillo oscuro sobre la boca que al saborear, le provocó una mueca de asco y una arcada. ¿Era ese el sabor de la muerte? Aprovechando aquella tensa calma, se acercó al río para beber y quitarse un poco aquella costra impura que el barro y la sangre seca formaban. El frescor agradable del agua despertó el dolor muscular de todo su cuerpo y le recordó que llevaba dos días sin dormir. Al regresar a su puesto, se sentó, apoyó la espalda contra la empalizada y sin poder hacer ni pensar nada más, le venció el agotamiento y cayó en un estado de inconsciencia momentánea que podríamos llamar sueño.

El ataque nocturno (ALESIA cap. XIII)

Pero aquella noche no hubo ocasión de esperar. Con un ensordecedor alarido provocado por millares de gargantas, dio inicio un nuevo asalto. Amparados por la oscuridad de la noche, los galos habían atravesado la llanura y se habían lanzado sobre los romanos. Flaco se estremeció ante el grito de guerra inicial de tantísimas gargantas enemigas, deseando tenerlas cerca para poder cercenarlas, aunque no veía nada. Sólo escuchaba ese terrible alarido, ahora acompañado por otro proveniente de Alesia. Vercingétorix, avisado por el grito de sus iguales, también salía a unirse a la fiesta, aunque rápidamente quedó paralizado por el temor que sus hombres le tenían a las trampas de los romanos, más aún en la oscuridad de la noche. La atención, una vez más abandonó Alesia y se concentró en el ensordecedor avance galo desde el sur. Pero muy pronto, aquel estruendo se torno en lamentos. Aquellos gritos eran ahogados por exclamaciones de dolor, por maldiciones, por el sonido de miembros cortados, cuerpos atravesados… Por el sonido de la muerte. Los galos se habían metido de lleno en la zona de trampas defensivas anterior a las empalizadas, que estaba oculta bajo un manto de hojas que la camuflaban. Estaban comprobando con sus propias vidas la tremenda efectividad de las mismas.
 
Algunos proyectiles comenzaron a caer sobre los romanos que se mantenían firmes en sus puestos, tratando de abrir bien los ojos y estar atentos ante cualquier movimiento para arrojar sus pilum, pero era francamente complicado por la propia oscuridad. Daba la sensación de que el fragor de la batalla volvía a estar en el sudoeste de las defensas, frente al campamento galo. Flaco y sus compañeros sufrían una tremenda inquietud sin saber qué hacer, firmes en sus puestos obedeciendo órdenes, esperando que en cualquier momento aparecieran las hordas galas enfrente de ellos. Pero el que llegó fue un jinete con la orden de César de dejar un contingente mínimo en las torres y el resto acudir con presteza a reforzar el lado sur que estaba comenzando a sufrir un ataque masivo galo que comenzaba a ser incontenible. Flaco no lo dudó ni un segundo y formó en las primeras líneas de aquellos que se concentraban para acudir en auxilio de la legio XIII Gemina, que defendía aquella posición. Al llegar, los proyectiles lanzados desde el exterior caían en gran número, señal inequívoca de la cercanía de los galos.


La multitud de muertos en las trampas se amontonaban en ellas neutralizándolas. Los galos comenzaban a pasar por encima de sus propios muertos, accediendo con mayor facilidad a la altura de los romanos, que con sus pilum y otros objetos arrojadizos de los que disponían, disparaban causando una enorme cantidad de muertos entre los galos. Pero no paraban de llegar más y más. La débil claridad de las antorchas añadía tenebrismo a la situación. El no poder ver más allá de aquella débil luz que mantenían encendidas los legionarios en puestos estratégicos según César había ordenado, hizo que Flaco dudara ligeramente antes de lanzar su primer proyectil una vez alcanzada una optima posición en aquella zona a la que había llegado hacía escasos momentos. Pero sus ojos se acostumbraron rápidamente a la oscuridad y aquello, unido a su innata capacidad de escucha superior a la del resto, hizo que Flaco comenzara a derribar enemigos. Por fin, estaba en el meollo de la batalla y se sentía útil.

Cuando llega la noche. (ALESIA cap. XII)

Pero de pronto alguien desvió la atención de lo que sucedía en la llanura:
 
- Mirad, las puertas de Alesia se han abierto.
 
Con extraña lentitud, los guerreros sitiados iniciaron un descenso hacia las defensas romanas cargados de todo tipo de objetos. Sacos de tierra, escalas, maderos y muchas más indefinibles materiales. Más que un ejército parecían una unidad de zapadores, pensó Flaco.
 
-Quieren neutralizar nuestras trampas. Les costará días con ese material y a esa velocidad.- dijeron desde la torre.
 
-No debemos preocuparnos de momento. Antes morirán ensartados que llegarán a la empalizada- contestó Flaco.
La salida de Vercingétorix parecía más un mensaje para los suyos que una acción en si misma efectiva. Rápidamente los ojos de todos los legionarios abandonaron con desinterés los trabajos de neutralización del primero de los fosos defensivos con los que habían chocado las fuerzas de Alesia y volvieron al choque entre las caballerías en el perímetro exterior. A pesar de su momentánea inactividad bélica, estaban dispuesto a combatir llegado el momento, que no dudaban que llegaría más bien pronto que tarde.

El resto de la jornada transcurrió sin que el resultado de la batalla se decantara por nadie. Los galos, era evidente, se molestaban mutuamente debido a la gran cantidad de combatientes en un espacio tan reducido, mientras que los romanos jugaban la baza de la movilidad para atacar por diferentes flancos y no presentar un frente sólido en el que el enemigo pudiera golpear con todas sus fuerzas. Y con la caída de las luces se produjo la calma. La caballería romana volvió a sus campamentos mientras que los galos, enrabietados por no haber podido demostrar su superioridad y ansiosos de acabar con todo aquello, se lamieron las heridas que el espectacular trabajo bien hecho de las fuerzas mandadas por Tito Labieno, habían provocado. Por su parte, Vercingétorix, se refugió de nuevo en Alesia sin cruzarse con los expulsados mandubios que se habían alejado lo máximo posible del fragor de la batalla por temor y ni siquiera habían intentado acceder a la ciudad en ausencia de las tropas.

Las escasas raciones de la noche se repartieron entre los legionarios aceleradamente mientras se comentaban los acontecimientos acaecidos aquel día. Alguien comentó que sería otra tensa espera, de ojos y oídos muy abiertos.

-Eso a ti no te costará mucho Flaco, con esos orejones… -dijo el centurión provocando la carcajada general, incluida la del propio Flaco, que ya tenía muy asumido aquello. El ánimo y el humor entre las tropas había mejorado mucho después del relativo éxito de la caballería y esa broma era buena muestra de ello, pero nadie quería confiarse. Allí enfrente aún quedaba una masa enorme de combatientes dispuestos a rebanar el cuello a cada uno de ellos.

-Esta noche no hay relevos y todo el mundo en sus puestos, armado y atento. Son las órdenes de César –proclamó a voz en grito el legado Rebilio recién llegado desde el puesto de mando situado en la base del monte Flavino.

viernes, 29 de abril de 2011

La carga de Tito Labieno (ALESIA cap. XI)

Detalle de un sarcófago del siglo II a. C.
que muestra una carga de la caballería romana.
Museo Nazionale de Roma, Roma, Italia.
Los únicos campamentos que sobresalían de la línea defensiva romana eran los de caballería. Se había previsto no minarlo en exceso para poder hacer salidas en caso de necesidad y éste era uno de esos casos. Los galos, no se precipitaron pero si reaccionaron con rapidez. Montaron y se prepararon para repeler el ataque. Mientras, unidades de infantería armadas con arcos y proyectiles de todo tipo tomaron posiciones y comenzaron a castigar la primera línea de jinetes romanos. La continua aportación a la lucha de jinetes galos que comenzaron a concentrarse en el campo de batalla como una manada de lobos hambrientos acechando a la presa, unida a la lluvia de flechas y proyectiles, pararon la carga de la caballería romana ante la satisfacción de los galos y el temor de los romanos. Fueron unos eternos instantes de lento retroceso que Flaco y todos los demás romanos encaramados a las empalizadas, observaron con el corazón en un puño, con la impotencia de aquel que observa sin poder hacer nada.
Pero Tito Labieno, al mando de la caballería germana que servía a César, reagrupó unos centenares de hombres y cargó por un flanco con un increíble empuje, haciendo retroceder a los galos que se apiñaron contra la gran cantidad de jinetes que no podían acceder al combate por falta de espacio y que lo observaban desde la retaguardia, dificultando la maniobrabilidad y molestándose mutuamente. Éste movimiento dejó al descubierto a los arqueros galos que habían avanzado a pie y que habían castigado duramente con sus proyectiles a los romanos. Ahora, totalmente desguarnecidos y en tierra de nadie, fueron aniquilados por los germanos con certera presteza, desbaratando aquella amenaza.

La caballería romana (ALESIA cap. X)

Caballería romana.
De pronto, cuando el sol estaba en lo más alto del cielo, los tres campamentos de la caballería romana que estaban situados frente al nuevo campamento galo en la amplia llanura sur, abrieron sus puertas y liderados por Cayo Trebonio y Marco Antonio, salieron al encuentro de los galos. Flaco se sorprendió en un primer momento de la osadía de aquellas tropas que se lanzaban a la batalla, en una acción a priori suicida. Aunque tras un breve instante, sus labios dibujaron una media sonrisa que mostraba la complicidad con la decisión de su general.
 
-Es muy propio de César. No puede aguantar más la incertidumbre. Prefiere atacar con rapidez y no dejarles madurar una táctica. El que golpea primero, golpea dos veces -dijo Flaco en voz alta reafirmando el pensamiento de otros muchos que le rodeaban.
-No creo que choquen contra los galos. Sería una insensatez. Darán la vuelta. Tal vez quiera provocarlos y atraerlos hacia nuestras defensas. Ellos no saben que nuestras trampas están ahí. – exclamó uno de sus compañeros en respuesta.
 

jueves, 28 de abril de 2011

Preparados para el combate (ALESIA cap. IX)

Apenas asomaron los primeros rayos de luz que pusieron fin a aquella inquietante espera, lo que Flaco vio ante si le dejó sin habla. Frente a Alesia había una increíble multitud. Si el día anterior había sido incapaz de calcular el número de enemigos, ahora tenía la sensación de que la cantidad se había triplicado. En un rápido cálculo mental y sabiendo como sabía que ellos eran alrededor de sesenta mil hombres, Flaco pensó que aquel contingente galo les podría perfectamente cuadruplicar en número… Eso hacía un total de… ¡Doscientos cuarenta mil galos! Abandonando aquel angustioso pensamiento, Flaco comprobó como todos los hombres disponibles estaban en sus puestos, armados y preparados para el inminente choque, confiados en que al menos en un principio el arduo trabajo de fortificación que se había alargado durante cinco extenuantes semanas, se mostrara efectivo. Y así transcurrieron las primeras horas del día, en aquel clima de tensión, observando los movimientos de los galos en su campamento, viendo como aún llegaban las últimas unidades galas más rezagadas. Preparado para luchar, Flaco se sorprendió de que nada más pasara, de que no se iniciara la batalla. ¿A qué esperaban aquellos bárbaros?

La tensa espera (ALESIA cap. VIII)

Poco a poco, decenas de miles de galos a caballo salieron de entre los árboles y comenzaron a llenar la llanura que se extendía en el lado sur de las defensas romanas. La visión de la ingente cantidad de guerreros galos a caballo, apretados unos contra los otros, propiciaban una imagen espectacular y aterradora. Flaco nunca había visto nada igual. Era incapaz de calcular el número de enemigos, pero era evidente que les superaban muy ampliamente. ¿Sería suficiente el entramado defensivo de César? Al menos en aquella zona donde él estaba, no lo creía. Durante todo el día, no dejaron de llegar más guerreros galos, esta vez a pie. Pero se limitaron a acampar a una prudente distancia de las fortificaciones. Todo el lado sur de Alesia era como un campo de trigo a punto de ser segado, pero no eran espigas, sino galos los que lo poblaban.

César, ataviado con su capa escarlata de general que le hacía reconocible para todos sus legionarios, estuvo durante todo el día cabalgando a lomos de su caballo de guerra de un lado a otro, dando órdenes a diestro y siniestro, encaramándose a lo más alto de las torres para observar los movimientos. Se acercaba a sus hombres. Les apoyaba, les llamaba por sus nombres, que recordaba con su prodigiosa memoria, les enrabietaba… Todos sabían que llegado el momento, en el campo de batalla, lucharía como el primero y asumiría riesgos como el que más. Aún recordaba Marco Flaco cómo, en una emboscada sorpresa de los nervios en la campaña contra los belgas, cuando el terror se apoderó de todo el mundo y la situación parecía sin solución, César había desenfundado su gladius, colocándose en primera línea de batalla y mostrando un valor encomiable, insuflando moral a todos los que junto a él luchaban. Fue la X legión, siempre la Décima, la que primero respondió a su general y juntos, ganaron aquella batalla. Flaco y todos los demás, seguirían a aquel hombre hasta las puertas del Averno si él se lo pidiera. César era el primero de los legionarios y al mismo tiempo era uno más.

Pero el día fue languideciendo y los galos se limitaron a acampar. Aquella noche de permanente alerta nadie durmió en el campamento de Flaco. Se redoblaron las guardias y cualquier pequeño ruido era motivo de alarma. Desde la torre, Flaco podía observar los pequeños fuegos de los galos que formaban un fantasmagórico horizonte que se confundía con el cielo estrellado. La incertidumbre le reconcomía las entrañas. Hubiera sido preferible luchar de inmediato que soportar aquella espera. Los relinchos de los caballos, el temblor del suelo iniciado por la mañana que no cesaba y los sonidos de las canciones de los galos rompían la tensión de la noche.

-Deben estar muy seguros de que mañana nos aplastarán y por eso están tan contentos – había dicho uno de los relevos cuyo nombre no conseguía recordar. Para los nombres, Flaco no era cómo César.

martes, 19 de abril de 2011

Un dia de Pasqua un xiquet plorava...

....perqué el catxirulo no se li empinava, la tarara sí, la tarara no, la tara mare que la balle jo...

Aquest blog i aquest professor s'en van de vacances... Ens acomiadem fins d'ací uns dies. Ara toca relaxar-se i desconectar.

Jo vaig a tractar de llegir a muntó i vosaltres també deurieu... Però és la vostra opció. Fins maig i paseu-lo d'allò més bè.


BONES PASQÜES i BONES VACANCES



Treballs de Pasqua de 1r a 4t d'ESO

Abril ha segut, és i serà sempre per a mi el mes del llibre. Pder això des d'aquesta asignatura ho celebrem de la millor de les formes, és a dir........... LLEGINT.

Vos recorde allò que heu de fer aquestos dies, encara quer vos ho tinc avisat des de setembre de 2010, però ho tornaré a repetir:
  • PRIMER D'ESO: Llegir el llibre en còmic de L'Odissea de l'editorial Bruño
  • SEGON D'ESO: Llegir el llibre Cordelluna d'Elia Barceló, de l'editorial Edebé.
  • TERCER D'ESO:  Llegir el llibre 1984 de George Orwell, de qualsevol editorial.
  • QUART D'ESO:  Llegir el llibre El niño con el pijama de rayas de John Boyne, editado por Salamandra.
RECORDEU QUE LA PROVA DE LECTURA ES FARÀ EL PRIMER DIA DE CLASSE DESPRÉS DE LES VACANCES DE PASQUA. 


 

domingo, 17 de abril de 2011

El campamento romano (ALESIA cap. VII)


Marco Valerio Flaco, legionario de la Legio XII Fulminata, estaba encaramado a lo más alto de una de las torres de defensa del lado noroeste desde antes del amanecer. Sus enormes orejas de soplillo, que habían provocado que sus compañeros le otorgaran el cognomen de Flaccus, habían sido las primeras en percibir lo que ahora era un ruido ensordecedor. Con las primeras luces del alba, aparecieron las primeras unidades de caballería que iban saliendo de entre los árboles. La frondosidad dificultaba la visión masiva de aquel ejército, pero el ruido ensordecedor de los caballos al chocar sus cascos contra la tierra y el temblor que se sentía, no era nada halagüeño.

Flaco tenía una privilegiada posición pues la zona que su campamento defendía al noroeste de la ciudad, era en realidad el punto más débil de las defensas exteriores romanas. El terreno era muy rocoso y estaba en los márgenes del río, junto a los primeros promontorios del Monte Rea. El desnivel del terreno y la dificultad orográfica había impedido que se hicieran las trampas que sí estaban presentes en el resto de sistema defensivo romano. Y eso podía convertir aquel punto en el talón de Aquiles del sitio, en la brecha por la que se colara la marea gala. Pero eso los galos no lo podían saber. No al menos de momento.

viernes, 15 de abril de 2011

El ejército galo de refuerzo (ALESIA cap. VI)

Poco a poco, muy poco a poco, comenzó a escucharse un sonido que les llenó de esperanza. Al principio, solo fue un leve rumor, un temblor, que no consiguió despertarlos del letargo en el que habían caído tras la experiencia vivida aquella última jornada. Pero aquel rumor se convirtió en un sonido que retumbaba cada vez con más fuerza. La tierra, ahora sí, comenzaba a temblar y a lo lejos, empezaron a escucharse gritos de guerra bien conocidos por los galos. Por fin, el ejército de socorro estaba llegando. La salvación estaba muy cerca. Pronto arrasarían a los romanos y aquella pesadilla habría acabado.

Todos los guerreros de Alesia se asomaron a las murallas para tratar de vislumbrar la multitud que creían adivinar. Las tribus mezcladas se abrazaban emocionadas y con lágrimas en los ojos, trataban de convertir aquel sonido en una imagen real, pero no veían nada aún.

Tras varias falsas alarmas, finalmente comenzaron a ver las primeras unidades de caballería. A la vista de Alesia, aquella masa de guerreros galos, la mayor horda que jamás hubieran visto los tiempos, gritaba enfervorecida mientras evaluaba con la mirada, seguros de poder acabar con ellas, aquello que el enemigo les había preparado: las imponentes defensas que César había creado en el sitio de Alesia. El ejército fue acampando en una amplia explanada al suroeste de la ciudad, a una prudente distancia, sin duda esperando la llegada del total de sus efectivos para poder iniciar así el ataque definitivo.

En lo alto de las murallas de Alesia, los jefes galos observaban al imponente ejército que estaba llegando en su auxilio sin poder contener su entusiasmo.

- Nuestras plegarias han sido escuchadas – le dijo Vercingétorix a Dadérax, el jefe de los mandubios – Tu pueblo se salvará y con él toda la Galia.

- No deben atacar enseguida. Las trampas de César… No saben que están ahí. Debemos avisarles- exclamó Biturgo, otro de los líderes galos que allí se encontraba.

- Salgamos y ataquemos también. César deberá defenderse por dos flancos. Eso les debilitará- propuso Critognato.

- Pero la empalizada interior también está repleta de trampas… - recordó Dadérax.

- Hagamos acopio de material y preparemos la salida. En el mismo momento en que inicien su ataque, atacaremos nosotros también -ordenó Vercingétorix- Deben saber que estamos bien y que les apoyaremos desde esta parte del sitio. Atacando y saliendo de Alesia les haremos ver que sus esfuerzos junto a los nuestros, nos harán libres. Será el fin de César y el inicio de una Galia fuerte y unida.

Descolonització, Tercer Món i el bloc comunista al S.XX (4t ESO)

Aquest és el power point de classe per a que pugau estudiar i repasar la lliçò per a l'examen:


I ací vos deixe una interesantissima sèrie de fotomuntatges sobre l'American Way of Life d'un il.lustrador valencià molt bò i molt conegut al segle passat.

jueves, 14 de abril de 2011

Pel.lícula del 3r trimestre i treball de Pasqua (3r ESO)

Les dades de la pel.li fent click ací. I la web oficial de la pel.lícula ací.


 
Aquestes son algunes idees que diu al discurs final de la pel.li i quer m'agradaria que reflexionareu, afegint aquesta reflexió a l'opinió personal del treball que haureu de lliurar el 3 de maig.


I recordeu que cal llegir-se aqust llibre durant les Pasqües...


Els Reis Catòlics (2n ESO)

La Península Ibèrica amb els Reis Catòlics al S.XV
Imatge dels Reis Catòlics que eixia als bitllets de les antigues pesetes.

Grècia Antiga i l'alfabet grec (1r ESO)







La eterna espera ( ALESIA cap. V )

CAPÍTULO V
Galos en asamblea agrupados en torno a Vercingetórix. (de la película Druidas)

Las primeras luces del alba asomaban por el este. El silencio en el interior de la fortaleza denotaba que el ambiente estaba muy enrarecido. La asamblea de guerreros escuchó a Critognato y tras una larga discusión, había tomado aquella decisión sin un gran convencimiento, habiendo incluso valorado la antropofagia como una opción, tal era su hambre y desesperación.

Por un lado, todos los galos encerrados en Alesia eran conscientes de que aquel sacrificio era necesario en aras de la victoria definitiva contra los romanos. Pero por otra parte, todos tenían el corazón encogido. Habían traicionado la hospitalidad y la confianza de los mandubios, que les habían acogido en aquella vital necesidad de protección, poniendo a su disposición los inexpugnables muros de Alesia.

Confiaban en Vercingétorix y en la llegada de las fuerzas de socorro. Confiaban en que aquella treta, aquella decisión extrema que tomaron sus jefes en asamblea aliviaría sus sufrimientos. Pero la reacción de los romanos de no querer acogerlos les sorprendió. Habían confiado en que la codicia haría que los romanos acogieran como un regalo destinado a la esclavitud a aquellas personas y les dieran de comer, salvándoles así la vida. Pero no había sido así.

Campos de Alesia en la actualidad.

Ahora aquellos inocentes seres se acurrucaban los unos junto a los otros en grandes grupos, en una sinfonía de gritos desesperados y llantos que se clavaban como ardientes estacas en lo más profundo de sus corazones. Las miradas perdidas se volvían hacia los muros de Alesia buscando la comprensión o el auxilio del padre, del esposo, del hijo o del hermano, Pero no llegaba. Por más que las mujeres gritaran, nadie las amparaba. Ni a ellas ni a sus hijos que poco a poco languidecían en sus brazos. Y finalmente, la resignación dio paso al silencio.

Pasó otro día y llegó la noche. Aquella fue una noche eterna. Aunque las luces del alba de un nuevo día vinieron acompañadas de algo que iba a cambiar el ánimo de las gentes de Alesia.

martes, 12 de abril de 2011

Un exemple de treball voluntari (3r ESO)

València al segle XX.

Com ha canviat la nostra ciutat en 100 anys...

Treballs voluntaris (3r ESO)

Recordeu que tots els treballs ´s'hauran de lliurar obligatòriament abans del dia del segon exàmen del trimestre.


El sacrificio de los inocentes (ALESIA cap. IV)

Tito Labieno, legado de César.
CAPÍTULO IV

Los cascos de un caballo que llegaba a todo galope rompieron la concentración de César, que en ese mismo instante supo que había alguna novedad. El legado Tito Labieno, uno de los hombres de mayor confianza, irrumpió en la tienda de César y sin más explicación espetó:

- Tienes que venir a ver esto César - dicho lo cual, dio media vuelta y salió.

Era Labieno un hombre más bien parco en palabras. Procuraba decir las cosas justas y necesarias, pero la gravedad con que pronunció aquella frase, unido a la mirada imperiosa de sus ojos, hicieron que César le siguiera sin demandar ninguna otra explicación. Bien ganada tenía Labieno la confianza de su general a lo largo de toda aquella campaña.

Subió la empalizada interior que daba a la ciudad de Alesia seguido muy de cerca por César. En lo alto de la misma Labieno señaló con el dedo mientras dijo:

- Hace unos instantes vimos como se abrían las puertas, pero nadie salía. Recibida la voz de alarma, nos preparábamos para repeler una nueva escaramuza, pero… Observa. No van armados y son… ¡Mujeres, ancianos y niños! Calculo que de momento, habrá ya al menos dos o tres millares.

Reconstrucción figurada de Alesia en un cómic.

Durante unos instantes y ante sus atentas miradas, las puertas permanecieron abiertas dejando salir a una multitud llorosa, que acompañaba sus llantos de gritos y súplicas hacia sus propias murallas. Las mujeres aferraban contra sus secos pechos a los bebés. Los enclenques niños agarraban las túnicas de sus madres. Los ancianos y tullidos caminaban desconcertados y temerosos hacia las defensas de los romanos de las que cada vez estaban más cerca. Finalmente, las puertas de Alesia se cerraron dejando a sus pies una muchedumbre desnutrida e indefensa.

- ¿Qué pretenden César? Entregan a la esclavitud a sus mujeres e hijos sin luchar. ¿Qué clase de pueblo es éste?

- Pretenden ahorrar víveres y ganar tiempo. Deben estar muy seguros de que vendrá un ejército de socorro si realizan semejante sacrificio.

- Más esclavos para Roma- dijo el legado mientras la codicia asomaba a su mirada.

- No Labieno. Eso es lo que ellos esperan de nosotros, que pensando en nuestra propia fortuna, les esclavicemos. Pero a un esclavo le debemos dar de comer y no tenemos víveres para semejante multitud. Nos debilitaría. Es un regalo que no podemos aceptar. No de momento.

Torres vigía de Alesia

Mandó a los vigías mantenerse alerta e informarle de cualquier movimiento en las puertas de la ciudad, mientras se observaba claramente como la gente se agrupaba y comenzaba a descender por la colina hacia las defensas romanas, en una tétrica procesión de seres desnutridos y desarrapados. César, antes de retirarse de nuevo a su tienda, dio la orden de no permitir que ninguno de los expulsados de Alesia fuera admitido en el perímetro de seguridad entre las dos líneas defensivas y de que no se les dieran víveres de ningún tipo, bajo pena de muerte, aunque nadie en aquel ejército se atrevía a desobedecer una orden de su general. No se solía cuestionar las decisiones fueran de la naturaleza que fueran. Tal era la fe y confianza ciega de todos los legionarios que César tenía bajo su mando.

Galo moribundo

Durante toda aquella noche los lamentos de mujeres y niños hambrientos, que habían llegado a las primeras defensas romanas y que no se atrevían a franquear, conocedores de las múltiples trampas que los romanos habían preparado y escondido en el terreno, martillearon los oídos de los centinelas. No hacía falta entender la lengua de los galos para saber que lo que demandaban era comida y que estaban dispuestos a entregar a cambio a sus hijos, condenándolos a una esclavitud segura, con tal de poder salvarlos. Pero la orden se mantuvo y César no se apiadó de aquella desafortunada multitud. Comprendieron que su destino había sido trazado y que no era otro más que la muerte lenta y dolorosa que provoca la inanición. Poco a poco volvieron a subir colina arriba, refugiándose a los pies de las murallas de su propia ciudad.

lunes, 11 de abril de 2011

El sitio (ALESIA cap. III)

Capítulo III

César deambulaba por la tienda a un lado y al otro, mientras dictaba a sus escribas. A menudo se paraba y cerraba los ojos en un intento por recordar algún dato, nombre o simplemente buscando la mejor expresión literaria para sus pensamientos. Quería cuidar el estilo de sus Comentarios sobre la Guerra de las Galias que periódicamente mandaba a Roma para que fueran publicados. Debían tener noticias de él y de sus grandes logros. El pueblo le aclamaría si regresaba triunfante, con las arcas llenas, muchas tierras conquistadas y esclavos en gran número. Sus enemigos políticos no podrían hacer nada para evitar un nuevo ascenso hacia el consulado.

Sus esfuerzos estaban dedicados a describir el sitio al que había sometido a Alesia, la ciudad de la tribu de los mandubios, la inexpugnable fortaleza situada en un promontorio en la que se había encerrado el arverno Vercingétorix junto a sus mejores guerreros. Era imposible tomar aquel oppidum. Además la anterior experiencia en Gergovia, que trató de tomar al asalto, no había resultado la mejor de las soluciones posibles y hubo de renunciar a continuar con aquella acción. Los galos lo habían tomado como una victoria, como la demostración de que la invencibilidad de César era un mito y no una realidad. ¡Idiotas! No sabían que una retirada a tiempo a menudo, es una gran victoria. Y ahora César no caería en el mismo error. Les sitiaría y les vencería por hambre. Si querían combatir que lo hicieran en campo abierto, allí donde las legiones romanas eran invencibles.

Pero César sabía que Vercingétorix no caería en la provocación. Aquel joven líder de la tribu de los arvernos, aprovechando la ausencia de César que había atravesado el Canal de la Manica y trataba de sacar algún beneficio de la conquista de la isla de Mona (que finalmente resultó ser un páramo carente de interés y con tribus muy violentas de caras pintadas de azul) había conseguido unir a las tribus galas en aquel año 701 ab urbe condita. Todo el trabajo de varios años de César, que consistía en dividir para poder vencer e imponer el poder de Roma en la Galia, se podía ir al traste. No lo iba a permitir. Alesia sería la batalla final de aquella interminable guerra.

- Repíteme las últimas frases – le dijo César a uno de sus escribas.

- “Estaba esta ciudad fundada en la cumbre de un monte muy elevado, por manera que parecía inexpugnable sino por bloqueo. Dos ríos por dos lados bañaban el pie de la montaña. Delante de la ciudad se tendía una llanura casi de tres millas a lo largo. Por todas las demás partes la ceñían de trecho en trecho varias colinas de igual altura. Debajo del muro toda la parte oriental del monte estaba cubierta de tropas de los galos, defendidos de un foso y de una cerca de seis pies en alto.”

Mientras los escribas tomaban notas, César continuó aportando datos sobre los trabajos de defensa que había ordenado realizar en torno a la ciudad, para hacer efectivo el sitio de Alesia. Con aproximadamente 60.000 hombres de los que disponía, levantó una muralla de maderas reforzadas con torres de vigía y de defensa que rodeaban la ciudad por completo en un perímetro de 15 millas. El interior de ese perímetro hasta llegar a la misma Alesia, lo llenó de trampas para evitar la salida del ejército de Vercingétorix, que había molestado los trabajos de fortificación con continuas escaramuzas. Una noche antes de finalizar los trabajos y de culminar el cerco, los galos consiguieron que su caballería huyera, sin duda para pedir auxilio.

Una vez el gato encerrado, César sabía que venía de camino un ejército enorme y tenía que cubrirse las espaldas y por ese motivo construyó un nuevo perímetro exterior de 21 millas dejando un espacio de poco más de un estadio entre el perímetro interior y exterior, para maniobrar en caso de ataque y poder ubicar los 23 campamentos de su caballería y sus legionarios.
El exterior del perímetro lo llenó a su vez de trampas: fosase rellenos del agua de los dos ríos que circunvalaban Alesia y fosos sin agua, los stimuli que eran puntas de madera endurecidas al fuego y enterradas en el suelo, los cippi que eran agujeros con ramas afiladas en el fondo, y también empalizadas, muros, torres, etc. La superioridad de la ingeniería romana quedaría bien patente. Ésa era su fuerza frente al mayor número de galos.

Curiositats informàtiques

Una curiositat dels ordinadors que m'ha dit Sergio Paños. Has d'obrir un document word i fer el següent:
  • Cal posar en majúscules  Q 33   NY (és el número del vol que s'estrellà contra les Torres Bessones a Nova Iork fa uns anys)
  • Després ho selecciones i ho posses en negreta.
  • Posses al 48 de tamany i la lletra WINDGDINGS.
Eixirà una cosa molt curiosa que recorda el fatídic 11 de setembre de 2001

sábado, 9 de abril de 2011

Els Playmòbil i la Guerra de les Gàlies (4t d'ESO)

Altre exemple de com fer un curt.

Aquest és també complicat però pot donar-vos idees que és el que intente amb aquestes entrades. Ho he tret d'una pàgina web que he trobat sobre Roma i el cinema de romans: http://romaayeryhoy.blogspot.com/

Té prou quantitat d'errades, com per exemple dir que Roma te un emperador nou que és César i coses d'eixes, però la intenció és bona. Encara que vosaltres sabeu molta Història i no fareu eixes errades... Veritat que no?

Ací vos deixe el vidio:

I aquest és el making off



I altre exemple...



Però sense dubte la millor és aquesta, recreada amb ordinador i tot.

Una passada!

viernes, 8 de abril de 2011

Idees per a fer un curtmetratge (4t d'ESO)

Recordeu que cal fer un treball que és un curtmetratge històric? La data de lliurament és després de Pasqua. Ho recordeu..?

Be doncs ja sé que aquest exemple potser massa, doncs ells tenen més mitjans, però segurament vos pot donar idees. Jo a estos els posaria... un 9'99.

La más dura de las decisiones ( ALESIA cap. II )


El noble Critognato

 Critognato rompió de nuevo sus pensamientos devolviéndole a la realidad.

- Pero de todos modos hemos de hacer algo. Debemos reaccionar. La situación mejoraría si fuéramos menos gente. Las raciones ya no son suficientes.

- Y ¿qué propones? ¿Salir a luchar? Sería un suicidio. No disponemos de caballería, marcharon a pedir ayuda. Y los romanos han rechazado nuestras escaramuzas una y otra vez. Sus defensas son muy buenas: las trampas, los fosos, la empalizada, los campamentos. Han conseguido cerrar el cerco y ahora sólo podemos esperar. – El tono en el que Vercingétorix hablaba denotaba cierta resignación.

- Hay una solución. Quiero dártela a conocer antes de que mañana la proponga en el consejo.- contestó Critognato.

- A ¿qué te refieres? Un ataque frontal sería nuestro final…

- No hablo de un ataque desesperado. Mi propuesta es otra. Debemos resistir y esperar la ayuda. Pero para ello hemos de dejar de dar comida a los que no sirvan para luchar. Es más, creo que deberíamos expulsarlos de Alesia.- dijo con firmeza y sin inmutarse.

- ¿Estás loco? ¿Pretendes que recaiga sobre mi conciencia una acción como ésa? ¿Cómo voy a expulsar a las mujeres e hijos de la tribu que nos ha acogido? Somos galos y defendemos nuestro territorio frente al invasor. No podemos expulsar de su propia casa a los mandubios.


- Piénsalo bien. César es un buitre que sólo busca su beneficio personal. Les acogerá para poder venderlos después como esclavos. Es una jugada maestra. Mermaremos sus reservas alimentarias ya que tendrán que alimentar más bocas. Ellos sobrevivirán y nosotros podremos aguantar más días hasta que lleguen los refuerzos. Si el ejército que se ha juntado es tal y como suponemos, la victoria será nuestra y les podremos liberar. Hagamos que la ambición de César sea su perdición.

Venta de esclavos por los romanos.

- César no es tan ingenuo – respondió Vercingétorix- ¿Y si no les acoge? ¿Cómo podremos soportar ver como los masacra sin nosotros hacer nada? Nuestros hombres se volverán locos de dolor.

- ¿Y no será lo mismo verlos morir de hambre entre sus brazos? Todos moriremos si seguimos así y nuestra debilidad es evidente. No podrás luchar con guerreros debilitados que no se alimentan. En cambio, si comen estarán fuertes y lucharán con más vigor. Lucharan aún más duro por liberar a sus mujeres e hijos.

- Sería mejor morir en la batalla antes que dejar en manos de César a nuestras mujeres e hijos.- dijo Vercingétorix en tono lapidario.

Critognato se dispuso a ensayar, una vez más, el discurso que había preparado para la asamblea del día siguiente, pero esta vez delante de su caudillo, tratando de buscar su apoyo y haciéndole ver que era la única solución.

- Me acusas de cruel y de cobarde por dejarlos en manos de los odiados romanos. Pero más cobardía es ofrecerse de buen grado a la muerte en una salida desesperada y sin expectativas de victoria, que sufrir con paciencia el dolor y el sufrimiento de la carestía. No es valor nuestra naturaleza guerrera y orgullosa en este caso. Es flaqueza buscar el valeroso final. ¿Cómo lucharán por liberar la Galia los que vienen en nuestro auxilio si deben combatir entre ochenta mil cadáveres de familiares y amigos? Debemos resistir y ofrecerles nuestro brazo armado cuando lleguen y entonces nuestro sacrificio habrá tenido sentido. Porque sacrificarnos por no resistir al hambre sería una acción baldía. No condenemos a toda la Galia por nuestra temeridad en busca de una muerte gloriosa. Eso sí es cobardía. El mérito no está en ser parte de la mayoría que desiste sino más bien, en ser parte de la minoría que resiste.

- Será una decisión que tome en todo caso el consejo. Tienes razón en que es más importante la causa que las personas. Y si nos hemos de sacrificar y aguantar más dolor, lo haremos. No echaremos a perder el esfuerzo de tanto tiempo en un solo día. Pero lo que propones es un hecho sin precedentes.

- No Vercingetorix, te equivocas- exclamó Critognato- Ya lo hicieron nuestros ancestros en la guerra contra los cimbros y los teutones. En nuestras mismas circunstancias saciaron el hambre con la carne de los que juzgaron inútiles para la guerra. Y aquellos salvajes germanos sólo buscaban botín. Después se marcharon a otras tierras dejándonos nuestros fueros, leyes y posesiones. Pero Roma quiere someternos y esclavizarnos para siempre. ¿Es comparable? ¿Debe ser menor nuestro sacrificio? Tomemos la experiencia de nuestros antepasados y convirtámoslo en un precepto para generaciones venideras, que verán en nosotros un ejemplo de lucha y sacrificio por amor a nuestra tierra y por amor a nuestra libertad.

jueves, 7 de abril de 2011

VI ANIVERSARI HISLIBRIS (València 7, 8 i 9 d'abril de 2011)

Fa uns anys, ja hoi he dit en alguna ocasió, vaig fer un curs de novel.la històrica de la ma del meu amic Antonio Penadés. Allí vaig conèixer gent molt interessant, companys de passió literària com Fer Ortega, Josep Manel Almerich, Josep Asensi, Sebas Roa, Santiago Posteguillo, Luis Varela... Ara ja autors publicats que van fent a poc a poc el panorama literari valencià més ric. Jo ja vos he recomanat més d'un llibre d'ells i si feu click damunt dels seus noms podreu coneixer millor les seues publicacions i inquietuts.

Però una de les coses que Antonio me regalà, fou el coneiximent de la pàgina web que m´s he visitat als darrers anys: http://www.hislibris.com/ És aquesta una pàgina que parla de Història i de llibres, una pàgina feta pels lectors, que resenyem els llibres que ens agraden i també els que no. Una pàgina que se basa en el respecte mutu a l'obra de la resta però tractant de ser crítics de forma constructiva. I una altra cosa força interessant és el seu foro, lloc de trobada de grans amants de la Història, on pots trobar erudits dispossats a ajudar-te davant qualsevols dubte teòric, però al mateix temps amb el somriure i la broma per bandera.

A més, vaig participar en els tres concursos de relats històrics que fins ara s'han organitzat en la pàgina web. Vaig quedar tercer a la primera edició del concurs i el meu relat titolat Els Fills de Puta de Benimaclet, quedà en tercera posició i fou publicat en un llibre que podeu trobar fent click ací o anant a la Fira del Llibre enguany i comprant-lo.

Aquesta pàgina, fundada pel meu amic Javi Baonza i un grup de somniadors com ell (Richar, Balbo i companyia...) complix sis anys. L'any passat, per al cinqué aniversari, el grup de valencians que frecuentem la pàgina anarem a Madrid i gaudirem d'un fantàstic cap de setmana. I enguany venen a València a celebrar el sisé. Serà un cap de setmana ple d'actes als quals esteu tots convidats. Ací vos deixe el programa. No dubteu en vindre a qualsevol dels actes, allí me trobareu, gaudint d'una bona conversa i de la companyia de bons amics. 

Aquest és el programa d'actes i els llocs de celebració dels mateixos (copiat de la meua bona amiga Aridoante)

PROGRAMA DE ACTOS:
VIERNES Día 8 de abril

 Lugar:            Centro Cultural L'Iber. Caballeros 22. Valencia

7.00 pm: entrega de los II PREMIOS DE LITERATURA HISTÓRICA DE HISLIBRIS en el marco del incomparable Palacio de Malferit.

A la conclusión se servirá un delicioso tentempié.
Seguidamente y como mandan las buenas maneras nos iremos a cenar y a lo que surja en la noche valenciana.

SABADO Día 9 de abril (mañana)

11.30 -14-30: charlas y mesas redondas, encuentro entre editores, autores y lectores de literatura histórica, también en el Centro Cultural L’Iber.

La primera mesa será "NOVELA HISTÓRICA: ENTRETENER  O APRENDER" con Olalla García, Claudia Casanova y Luis Delgado Bañón;

la segunda mesa será "LEYENDAS E HISTORIA DE LOS GLADIADORES" con Fernando Lillo Redonet, Alejandro Noguera Borel y Fernando Quesada.

SABADO DIA 9 de abril (tarde)
Hora: 18:30 - 21:30
Lugar: Bibliocafé.  C/ Amadeo de Saboya 17, 46010 Valencia

Entrega de premios y presentación del libro del III CONCURSO DE RELATOS DE HISLIBRIS.

 
DOMINGO día10 de abril (mañana)
Hora: 12
Lugar: Bibliocafé  C/ Amadeo de Saboya 17, 46010 Valencia

Arturo Aizpiri (autor) y Javier Baonza (editor) presentarán  la colección "El Periscopio", de la Editorial Evohé.
Serie de libros de viajes que narran desde distintos puntos de vista, la Europa de principios del siglo XX y finales del XIX, a partir de las experiencias de distintos personajes históricos.

 
LLARGA VIDA PER CELEDONI !

RELATO HISTÓRICO POR ENTREGAS: Una situación desesperada ( ALESIA cap. I )

El sitio de Alesia


Vercingétorix, el rey de
los grandes guerreros
A la caída de la tarde, una ráfaga de aire frío del incipiente otoño puso la piel de gallina a Vercingétorix. Desde lo alto de las murallas de Alesia, el gran jefe de los guerreros que acaudillaba a los galos observaba el horizonte, tratando de vislumbrar algún atisbo del deseado ejército de refuerzo que no acababa de llegar.

- La situación es desesperada. No quedan víveres para tanta gente. – pronunció sin más preámbulos Critognato.

- A veces pienso que jamás llegarán.- respondió el caudillo arverno.

- ¿Crees que los romanos se afanan en hacer su segunda línea de circunvalación y sus defensas por entretenimiento? No cesan de trabajar día y noche por el temor a ser atacados. Considéralo una señal de que los guerreros de auxilio están muy cerca. César lo sabe. Siente su aliento en el cogote como sentía el del rey de Bitinia en su juventud.

Vercingétorix suspiró queriendo creer en las palabras de uno de sus más respetados guerreros. La espera a veces le hacía caer en la duda y la desesperación. Hacía unos días, cuando el cerco a la ciudad aún no había sido completado por las legiones de César, que se afanaban en cerrar el sitio de la inexpugnable Alesia con una empalizada para rendirla por hambre, tomó una dura y arriesgada decisión. Aprovechando la oscuridad de una noche sin luna y jugando con la sorpresa, rompió el cerco y mandó a su caballería a pedir auxilio en todas direcciones, pues sólo tenían víveres para un mes.

- Id a vuestras tribus y llamad a la guerra a todos aquellos que tengan edad para la misma. Podremos escapar de la esclavitud si derrotamos al invasor romano, porque lo que aquí se disputa es la libertad de toda la Galia.

Confiaba en que las tribus celtas y belgas no caerían en el oprobio y no les dejarían solos. Acudirían a librarles del yugo romano que se cernía sobre ellos desde hacía ya unos cuantos años.