Detalle de un sarcófago del siglo II a. C. que muestra una carga de la caballería romana. Museo Nazionale de Roma, Roma, Italia. |
Los únicos campamentos que sobresalían de la línea defensiva romana eran los de caballería. Se había previsto no minarlo en exceso para poder hacer salidas en caso de necesidad y éste era uno de esos casos. Los galos, no se precipitaron pero si reaccionaron con rapidez. Montaron y se prepararon para repeler el ataque. Mientras, unidades de infantería armadas con arcos y proyectiles de todo tipo tomaron posiciones y comenzaron a castigar la primera línea de jinetes romanos. La continua aportación a la lucha de jinetes galos que comenzaron a concentrarse en el campo de batalla como una manada de lobos hambrientos acechando a la presa, unida a la lluvia de flechas y proyectiles, pararon la carga de la caballería romana ante la satisfacción de los galos y el temor de los romanos. Fueron unos eternos instantes de lento retroceso que Flaco y todos los demás romanos encaramados a las empalizadas, observaron con el corazón en un puño, con la impotencia de aquel que observa sin poder hacer nada.
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