lunes, 30 de junio de 2014

Tancat per vacances




745 entrades al blog, més de 170 power points, més de 400 enllaços250 activitats on line i propostes de treballs, visionat, recomanació i elaboració de 280 videos, més de 153.000 visites des de tots els continents...


Aquest és el balanç d'aquest blog que huí es tanca fins el curs vinent. Ara si podem dir que el curs 2013-2014 ha acavat.

Fent click ací, els treballs i les RECOMANACIONS D'ESTIU  PELS FUTURS ALUMNES DE 1r I 2n BATXILLERAT. 

I fent click ací les RECOMANACIONS D'ESTIU PELS FUTURS ALUMNES DE 3r i 4t d'ESO de CIÈNCIES SOCIALS.

See you soon! Have a nice summer!



El "profe" també escriu...

Ja que jo vos he jutjat a vosaltres als darrers dies al voltant de la vostra forma d'escriure i de redactar, just és que vos done ara la possibilitat de llegir un relat meu.

Forma part d'una antologia de relats que agafant com a excusa les cartes del tarot, un grup d'escriptors i amants de la literatura al qual pertany el que suscriu, i que és diu EL CUADERNO ROJO, anem a presentar el proper 26 de juny de 2014 a les 19:30 hores al incomparable marc de L'Iber, el museu dels Sodaditos de Plomo, al carrer Cavallers de valència.

Ací teniu la invitació. 


El relat que jo he escrit per aquesta antologia està inspirat a la carta de "el Judici". Ací vos deixe un xicotet fragment. He escrit un relat històric, com no podia ser d'un altra forma.

Espere que vos agrade i si voleu, ja sabeu, esteu tots convidats.

Allí vos espere.


Vos deixe una sinopsi sobre el llibre per si vos interesa i l'enllaç a la pàgina web de l'editorial on podreu adquirir-lo. i no, el profe no guanya diners, els beneficis seran donats per a una fundació que ajuda als xiquets amb discapacitat cerebral. Una molt bona causa amb la qual tots deuriem colaborar. Si compres aquest llibre ho faràs. Més informació fent click ací.

Dice en su prólogo nuestra buena amiga Mila Villanueva que los componentes de ECR (precisamente veintidós personas) encontramos en los arcanos mayores del tarot nuestra divertida excusa para presentar este nuevo libro. Es verdad, pero hemos de confesar que la idea empezó como excusa y terminó imponiéndose. Quizá en cada cuento, el lector sentirá la superposición de algo extraño, alguna fuerza secreta o mágica, irrumpiendo en su vida como una determinante singular que le obliga a intentar perfilar cierta suerte de destinos indescifrables. Quizá no. Con todo, si esta fuerza existiese —la que apoderándose de cada relato viviría en su interioridad como un doble—, es sin duda delicada y necesita mimos. Para leer este libro, sería útil que el lector se desprendiese de toda regla y costumbres en general. Incluso que se desnudase completamente. Como si fuera, pongamos por ejemplo, a la pesca de alguna concha del fondo, poco cotizada en el mercado.
El Cuaderno Rojo
Ací teniu la crònica de la presentació de l'altre dia. Fent click ací

I per a despedir-nos una foto de quasi tots els membres del grup literari El Cuaderno Rojo que hem escrit aquesta antologia.

Grupo literario valenciano EL CUADERNO ROJO

jueves, 26 de junio de 2014

Memorias de Denisse (relato histórico GANADOR en cat. A)

Llegamos al final en la publicación de los relatos que han sido galardonados en la III edición del Concurso de Relatos Cortos Históricos y de Viajes. Hoy publicamos el ganador de la categoria A (históricos y de viajes)
Le toca el turno al relato escrito por:

  ÁRISA  HORIE  VELASCO  de 3º ESO A

PRIMER PREMIO en la categoría A
(relatos históricos y de viajes) 

La calidad literaria y el ritmo del relato, junto con el rigor histórico y la profundidad de los personajes han sido los argumentos que el jurado esgrimió para darle el premio a este relato ambientado en la II Guerra Mundial, en un París ocupado que muestra como la guerra trunca los sueños y las vidas de muchas personas. Un estupendo relato que esperamos que os guste y con el que ponemos fin a la publicación de los relatos galardonados en el concurso de este año, no sin antes repetir la enhorabuena a los premiados y el agradecimiento a los participantes. 

Y no olvidéis seguir leyendo y escribiendo también en vacaciones. tenéis una lista de libros recomendados y recomendables en el blog haciendo click aquí entre los que a buen seguro encontraréis buenos títulos que os harán disfrutar y pasar un buen rato además de disfrutar de la lectura. Aprovechad el tiempo.


Memorias de Denisse



22 de junio de 1994
Lo recuerdo como si fuera hoy. Yo tan solo era una niña, con mucha vida por delante y mucha inocencia. En realidad hace mucho tiempo de aquello, 55 años para ser exactos, pero hay cosas que te dejan marcada de por vida, tanto que desde entonces no vuelves a ser la misma, y eso es justo lo que me pasó a mí.
Me llamo Denisse Douchamp, y nací en una gran ciudad llamada París. Siempre fui una niña alegre a la que le gustaba jugar y divertirse, pero es sorprendente como las cosas pueden cambiar de un día para otro, y como la vida te hace madurar en cuestión de segundos.
Corría el año 1939 y estallaba la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo días antes, ver a mis padres preocupados, hablando en susurros. En esos momentos me preocupaba, imaginaba que algo malo iba a pasar; pero todo el miedo se esfumaba cuando ellos con una gran sonrisa me decían: ‘todo va a ir bien, cariño’. No entendí realmente lo que iba a pasar hasta que sucedió.
3 de septiembre de 1939
Mi padre me pidió que me sentara con él en el sofá. Fui con una sonrisa forzada, pues sabía que lo que tenía que decirme no era bueno; me temblaban las piernas, pero lo logré disimular. Me senté encima suyo dispuesta a escuchar. Sinceramente siempre he sentido gran admiración y cariño por mi padre, y aún a mis 15 años me encantaba sentarme sobre él. Me contó que junto con Gran Bretaña habíamos declarado la guerra a Alemania por haber arrasado Polonia. En ese momento me quería morir. ¿Y si mandaban a mi padre al frente? o ¿y si moría pilotando un avión? Mi padre era piloto, amaba su trabajo, y en esos momentos yo lo odiaba. La rabia me inundaba por dentro, pero sabía que no debía enfadarme con él, no, no era su culpa. Me limité a darle un abrazo mientras una lágrima surcaba mis mejillas y él me decía: ‘no pasará nada pequeña, todo irá bien’.
Un tiempo después de que se declarara la guerra, Francia estuvo más o menos tranquila, como si nada hubiera pasado, esto se conoció como la ‘drole de guerre’, pero yo aún así no dormía por las noches, por lo que pudiera pasar. La masacre no llegó a mi país hasta el día diez de mayo del 40, día en el que mi miedo aumento aún más.
Pero el día que cambió mi vida por completo, el día que me derrumbó para clavarme una espina que aún no he podido sacar fue el 13 de mayo. Ese día mi padre fue a trabajar, esta vez para el general Vuillemin, vigilando desde su avión la ciudad, pues el día anterior las panzerdivisionen alemanas después de franquear el bosque de los Ardenas irrumpieron con sus potentes blindados en la llanura francesa y rebasaron por la espalda el ejército francés y la línea Maignot.
Esa tarde yo fui a mis clases de teatro, creo que ese era para mí el mejor momento de la semana, meterme en otro papel, apreciar cada mínimo detalle de cada personaje, me encantaba; y tenía muy claro que en un futuro sería actriz. Al volver iba especialmente contenta, me habían dado el papel protagonista para la obra y el otro protagonista era Lucas, el chico del que llevaba tiempo enamorada. Por un momento olvidé todo lo relacionado con lo que de verdad sucedía a mi alrededor. Al llegar a casa no pude notar el olor a la cena proveniente de la cocina que había siempre, no le di importancia y saludé mientras canturreaba una canción. Enfilaba el pasillo hacia mi habitación cuando una voz quebrada proveniente del salón me dijo: ‘Denisse, ven por favor’.
Lo que vi al entrar me horrorizó, mi hermana Celine y mi hermano Hugo no podían apenas respirar, y mi madre tenía los ojos rojos de tantas lágrimas a pesar de que se hacía la dura.
-¿Qué ha pasado? No quiero veros mal, ¿lo sabéis? Sois para mí lo más importante.-dije.
-Denisse cielo, a veces la vida es muy injusta-dijo mi madre tomando aire- y se lleva a quien menos se lo merece.
-¿Qué quieres decir?-pregunté alterada.
-Tu padre ha muerto, iba en un caza ‘Poted 631’ cuando le alcanzaron murió al impactar el avión contra el suelo. Pero... -dijo impidiéndome hablar- has de ser fuerte, tienes hermanos pequeños, amigos y gente que te aprecia mucho.
-Me lo prometió -dije con un hilo de voz- me prometió que nada pasaría.
En ese momento recordé una frase que escuché una vez ‘en todas nuestras vidas hay una caída de la inocencia, y después de esto nunca somos los mismos’. Nunca había entendido esa frase, ahora ya lo hacía, y deseaba no hacerlo. En ese momento dejé atrás la inocencia.
Sin papá esto ya es una familia -dije para mi- Y acto seguido me encerré en mi cuarto.
Estuve una semana exacta llorando amargamente lo que en mi vida lo había hecho. Hasta que un día me decidí a salir. Lo primero que hice fue dirigirme hacia mi madre y mis hermanos, los abracé mientras les recordaba lo mucho que los quería.
Al día siguiente las bombas nos tenían atemorizados, y mi madre me dijo que no iría más al colegio. Por la calle todo era diferente, el olor a pólvora inundaba la ciudad. Podías ver árboles, coches…y miles de cosas quemándose a causa de las bombas, e incluso cuerpos inertes por los suelos. Pero lo peor no era el aspecto de las calles, sino el de la gente. En las caras de las personas se apreciaba el dolor, el miedo, la rabia… Todos tenían caras largas, con ojeras. Nada era lo mismo. Parecía que de otra ciudad y otras personas se tratase.
Los siguientes días transcurrieron lentos, prácticamente no salimos de casa y el ambiente no era el mismo.
El 26 de mayo me enteré de que a las 23:00 en Dunkerque se puso en marcha la ‘operación Dinamo’, para evacuar las fuerzas francesas y al cuerpo expedicionario inglés que quedaron atrapados con sus espaldas al mar. Cada vez la guerra se iba más de las manos, y cada vez era más peligroso salir.
Los días pasaron y llegó el 1 de junio. Estaba muy emocionada, ese día veía a Lucas. Antes de salir mi madre me dijo que este mes no iría a teatro, pues lo veía peligroso y una locura que no se suspendieran las clases y no teníamos apenas dinero. Yo asentí pues no quería ocasionar problemas, pero haría lo que hiciera falta por seguir con mis clases, al fin y al cabo, era mi sueño.
Después de cenar me encerré en mi cuarto, y cuando nadie me veía salte por la ventana, corrí todo lo que pude, pues tenía miedo, y llegué al teatro. Solo había llegado Lucas, me saludó con dos besos y me sonrío. Era un poco más alto que yo, y llevaba los pantalones grises de siempre. Para mi tenía la sonrisa más bonita de todas y ese don de hacerme reír por todo. Sé que puede que no fuera el chico más guapo, pero lo que me gustaba era su forma de ser. Al salir de clase el propietario de la escuela me recordó que tenía que pagar junio, y yo sin pensarlo dije que lo haría. A punto de llegar a mi casa vi una enfermería que solicitaba una enfermera nocturna, a cambios de vales para comida, y a pesar de que sabía lo peligroso que era, no me lo pensé dos veces, últimamente la comida escaseaba en mi casa, y aunque eso no sirviera para pagar mis clases, y tuviera que dejarlo valdría para alimentarnos. Ser actriz era mi sueño, sí; pero mi familia era más importante.

Al día siguiente me volví a escapar para trabajar mientras todos dormían. Mi secreto solo lo sabía Alice, mi mejor amiga, quien vigilaba desde su ventana a mi madre, pues yo no quería que esta se preocupara, ya me inventaría alguna excusa para explicar de donde salía la comida.
El tres de junio 300 aviones de la Luftuaffe alemana bombardearon París. Ese día fui con gran miedo a trabajar, tanto que volví a casa con lágrimas en los ojos, tenía miedo pero necesitaba la comida.
El día siguiente lo pasé en casa, evitando las miradas de mi madre por si acaso sospechaba algo. Ese día millones de soldados franceses e ingleses se vieron obligados a replegarse a Dunquerque, una población en la costa, y se improvisó inmediatamente su evacuación por el mar, que duró 10 días y salvó 33800 soldados de ser capturados por el ejército alemán. Yo imaginaba que mi padre estaba entre ellos, que aún vivía y vendría a darme las buenas noches, pero no era así.
Pasaron los días y cada día que pasaba era un poco peor, al llegar a casa un mar de lágrimas surcaba mis mejillas cuando todos dormían. Necesitaba hablar con alguien, contarle mis miedos, mis inseguridades, el problema era que no tenía con quien.
El 14 de junio las tropas nazis entraron a París, recuerdo que aquel día me escapé como siempre mientras Alice vigilaba desde su ventana, lo que vi al llegar al hospital no lo había visto nunca, un montón de gente ensangrentada y a punto de morir, y caras de agonia en las personas, ahí me di cuenta de que la guerra es lo más cruel y horrible que te puedas encontrar, muchos hablan de lo terrible que sería, pero no lo sabes de verdad si no lo has vivido. Ya no era solo el sufrimiento de las personas en aquel hospital, sino también en las calles, las ganas de matar a sangre fría de todas las personas, simplemente por tener ideas diferentes, incluso el agua y la comida empezaban a escasear.
El 17 tras la toma de la ciudad a manos del ejército nazi, el general Henri Petain anunció su intención de firmar un armisticio con Alemania, y el 18 Charles Degaulle hizo un llamamiento a sus compatriotas para seguir luchando en la guerra bajo su liderazgo. Yo tenía miedo de lo que pudiera pasar, cada día las cosas iban a peor, y cada día veía a mi madre más cansada a pesar de que intentaba disimular.
Al día siguiente me enteré de que los nazis habían reclutado a Lucas y a otros chicos del barrio para limpiar las calles de bombas y adiestrarlos en el arte de la guerra, cada vez veía a más personas morir sin nadie que se apiadara desde mi ventana, sabía que si Lucas seguía así acabaría muriendo. Cuando miraba por la ventana veía a Lucas con los ojos entristecidos y se me partía el alma, durante unos días mi día se resumió en mirarlo desde la ventana. Un día una bomba cayó cerca de mi casa y de pronto lo vi tirado en el suelo, acto seguido unos alemanes se acercaron y le dieron una patada para asegurarse de que había muerto, no respondió, inmediatamente las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, al rato alguien llamó a mi puerta, me acerqué y mis ojos no daban crédito a lo que veían, era Lucas, lo tenía delante mío, a apenas unos centímetros, a pesar de todo no había perdido la sonrisa. Le hice pasar y me dijo:
-Denisse, ahora creen que estoy muerto, necesito tu ayuda, este es el único sitio donde me puedo refugiar.
Yo asentí con una sonrisa tímida, y en seguida le hice un hueco en mi habitación. Los días pasaban y mi relación con Lucas cada vez iba siendo más estrecha, mi amor por él crecía poco a poco en silencio, a la vez que el miedo de que se enteraran de la verdad, pues entonces estaba muerto. Los días que pasó conmigo logró llenar el vacío que sentía después de todo, él me sacaba mis más sinceras sonrisas.
Recuerdo que el 19 de junio salí cautelosamente a por comida, y cuando me quise dar cuenta un soldado alemán me rodeaba la cintura con sus brazos, si mi memoria no falla me dijo que era muy guapa, mientras acercaba con una sonrisa pícara su cuerpo al mío e intentaba quitarme la ropa, apuntaba con una pistola en mi sien, amenazándome con disparar si no le obedecía, yo no me opuse, estábamos yéndonos cuando de pronto el soldado cayó al suelo, una piedra le golpeó la cabeza.
-¡Denisse corre a casa, no mires atrás!-dijo una voz familiar.
Corrí, pero no pude evitar darme la vuelta para ver quién me había salvado. Me giré y vi como Lucas corría detrás de mi, cuando de pronto escuché un disparo y vi a Lucas en el suelo a la vez que el soldado quedaba inconsciente. Me acerqué a Lucas lo más rápido que pude.
-¿Por qué lo has hecho? Podías haberte salvado-dije sin poder contener las lágrimas.
-Debía hacerlo, mi vida no tiene sentido sin ti. Te quiero Denisse, te quiero más que a nadie, jamás lo olvides, pase lo que pase.
-Yo también te quiero Lucas, siempre lo he hecho, y lo haré por el resto de nuestras vidas, no te dejaré escapar, saldremos de esta-dije mientras colocaba mi camisa a modo de venda en su sien.
Corrí a mi casa a pedir ayuda, y nos apresuramos a llevarlo a una enfermería cercana. Mientras estaba tumbado en la camilla me dijo:
-Prométeme que no iras más a trabajar, que aunque parezca que no yo me entero de todo-dijo mientras sonreía sinceramente.
-Te lo prometo. Prométeme tu a mi que saldrás de esta.
Pero ya era tarde. Lo tenía tomado de la mano y noté como su pulso se paraba a la vez que su respiración.
Las lágrimas brotaban de mis ojos como si de un mar se tratase. Cuando pensaba que las cosas no podían ir a peor, al día siguiente mi madre murió por la gripe.
El 22 de junio Francia por fin se rindió ante Alemania, cuando firmó un armisticio. Me alegraba de que para nosotros la guerra hubiera acabado, pues en otros países acababa de empezar. Pero me sentía vacía, nada me llenaba, solo me hacía seguir el hecho de tener que cuidar de mis hermanos.
A día de hoy, como he dicho antes ya han pasado 55 años, el dolor es más lejano, pero aún sigue ahí. He escrito este texto para sacar una espina que tenía clavada hace mucho tiempo, necesitaba contarlo a alguien y he decidido plasmarlo en el papel. Aunque por mucho que haya intentado expresarme lo mejor posible jamás sabrás lo que sufrí si no estuviste presente.
22 de junio de 2014
Me llamo Alice y tengo 89 años. Sí, lo has adivinado, soy la mejor amiga de Denisse. Hoy ya hacen 20 años desde que escribió esto, desde que sucedió aún más. Denisse está muy enferma, le han diagnosticado cáncer y el médico dice que no sobrevivirá mucho tiempo. He decidido añadir esto por si algún día alguien se lo encuentra, para que sepa como acaba la historia de Denisse, pues es una de las personas más fuertes y valientes que he conocido.
Ahora mismo está casada, y es feliz junto con sus dos hijos Lucas y Pierre (en honor a su padre). Por mucho que quiera a su marido, se que jamás ha significado para ella lo que significó Lucas, pues aún se le escapa esa sonrisa cuando habla de él y no hay día que no lo recuerde, para ella es un héroe, el que le salvó la vida. Pienso que amores de verdad solo hay uno en la vida y que de verdad solo nos enamoramos una vez; y ella, sin duda alguna, lo hizo con apenas 15 años y fue de Lucas, a pesar de que quiera a su marido.
Espero haberme explicado bien, y que la historia de Denisse os sirva de ejemplo de superación para el resto de vuestras vidas. Ahora solo espero que allá donde vaya Denisse se reencuentre con todos los seres queridos que perdió en la guerra, y consiga ser del todo feliz para siempre.
 ÁRISA HORIE VELASCO

martes, 24 de junio de 2014

¿He sido yo? (relato histórico GANADOR del concurso)

En la publicación de los relatos que han sido galardonados en la III edición del Concurso de Relatos Cortos Históricos y de Viajes le llega el turno a los mejores. Hasta ahora hemos publicado los segundos clasificados de la categoria A y B (históricos y de viajes y relatos del Holocausto)

Le toca el turno al relato escrito por:

ANDREA BARBERÁ de 1º de bachillerato

PRIMER PREMIO en la categoría B 
(relatos del proyecto Holocausto "AMF") 

Para otorgar este premio, el jurado tuvo muy en cuenta la originalidad del argumento utilizado por Andrea para narrar su historia, basada en el Holocausto y en la II Guerra Mundial. No quiero desvelar nada más. Sólo os invito a sumergiros en su lectura que a buen seguro os hará disfrutar.

¿He sido yo?

Una tarde de diciembre de 1940, en el salón de una de las casas del pequeño barrio alemán Schnoor de Bremen, un niño comenzaba a abrir su regalo de cumpleaños…

Aquella caja era enorme, posiblemente la más grande que había visto en ocho años. Bueno, nueve recién cumplidos. A Adam se le resistía aquel lazo rojo que sujetaba la abertura de su regalo. No cabía duda que su madre Anne,  quién había envuelto el regalo después de hacer la tarta de chocolate favorita de Adam, era una experta en cabuyería.

Después de  varios intentos fallidos, Adam consiguió deshacer aquel lazo y comprobó el interior de su regalo. El niño se llevó la mano izquierda a su cabeza despeinando su pelo rubio. Sus ojos azules se abrieron como platos a la vez que su boca, manchada por el chocolate de la tarta que Anne había preparado.

¿Cómo era posible?  Si no esperaba ese regalo hasta Navidad ¿Cómo sabían sus padres que era lo más ilusión le hacía?  Adam pensó que sus padres eran  los padres más listos que había visto en nueve años a la vez que gritó con  júbilo:

–¡Lo que yo quería, los soldaditos de juguete de la tienda del Señor Winkler!

Sus padres sonrieron orgullosos por su acierto. Emma, su hermana pequeña de seis años, se acercó a su hermano, sorprendida por el alboroto:

–A ver…–dijo cogiendo la enorme caja a la vez que se le caía al suelo produciendo un gran ruido y la furia de su hermano.
–¡Torpe!– exclamó Adam perdiendo la sonrisa de su rostro.
–Pesaba mucho… – dijo Emma rascándose su pequeña y pecosa nariz.
–¡Torpe y tonta!– continuó Adam mientras recogía su preciada caja del suelo.

Emma ofendida guiñó un ojo como pudo, frunció el ceño y sacó la lengua a su hermano. Era la cara más fea que sabía poner.  Después corrió sollozando a la cocina para contarle a su madre  lo malo que era su hermano mayor.

Adam recobró su amplia sonrisa al ver desaparecer a Emma del salón.  Se sentó en el sillón  y comenzó a sacar los soldaditos de la caja.  Los contemplaba uno a uno y pronto se dio cuenta de que habían dos tipos de soldaditos: unos rojo y otros azul grisáceo. Adam supuso que eran dos bandos diferentes. 

Un soldado rojo fue el que más llamó la atención del niño. Era más grande que los demás y parecía más robusto, llevaba el traje más bonito. Adam decidió que sería el líder de los soldados rojos y en el momento en el que iba a comenzar entusiasmado  a jugar, su madre apareció con su hermana de la mano con el pijama puesto.

–Adam, hora de irse a dormir, mañana tendrás tiempo de jugar.– dijo Anne después de bostezar suavemente.
–Está bien mamá – suspiró Adam recogiendo sus soldados uno a uno y metiéndolos en la caja. No quiso protestar pues estaba muy agradecido por su regalo.

La madre acompañó a los niños a sus dormitorios, los besó en la frente y después de desearles unas buenas noches  volvió a su dormitorio junto a su marido.

Adam ya en la cama , no dejaba de pensar en el cumpleaños , la tarta de chocolate y por su puesto su regalo, estaba feliz. Poco a poco fue durmiéndose para continuar pensando en sus soldaditos, pero esta vez  sintiéndose como uno de ellos, en el mundo de los sueños.


Una tarde después del colegio, en una de las casas del pequeño Schnoor en Bremen…

Adam se sentía cansado, los lunes siempre son agotadores , sobretodo si tienes que ir al colegio.  Normalmente cuando llega a casa está tan cansado que tan sólo  come unas chocolatinas y después se sienta a leer cuentos. Su favorito era el de Hansel y Gretel, lo leía a menudo. También le encantaba inventar historias y escribir.

Sin embargo aquella tarde las chocolatinas y los cuentos tuvieron que esperar. Lo primero que hizo Adam al llegar a casa una vez acomodado en el salón, fue abrir su caja de los soldaditos y retomar el juego interrumpido por su madre el día anterior.

Lo que Adam tenía claro es que habían dos bandos: el rojo y el azul. Como el color favorito de Adam era el rojo, el bando de este color sería el que siempre ganaría en sus juegos.

Después de haber alineado enfrentados ambos bandos, el niño tomó el soldado rojo más grande y lo puso a la cabeza de su bando. Adam estaba preparado para empezar a jugar.

Esa misma tarde, en esa misma casa de Bremen, muy cerca de dónde Adam jugaba…

Anne preparaba la cena, una cena de la cuál probablemente sus hijos se quejarían horas más tarde. Sopa de coliflor.

Anne sonreía. Desde la cocina oía a su hijo emitir una serie de ruidos : “¡Pum pum pum!” y de frases: “¡No os saldréis con la vuestra!” “¡Ahhhhh!” Que demostraban el gran acierto de regalarle a su hijo aquellos soldaditos. Por lo menos se olvidaría de aquella absurda idea de ser algún día escritor. Últimamente en Alemania, no era un oficio bien visto… Anne se sentía satisfecha.

Esa misma tarde, en una habitación cercana a dónde Anne preparaba su famosa sopa de coliflor…

Adam había terminado su primera batalla. Victoria del bando rojo. Ahora sólo quedaba hacer presos y castigar a los soldados azules.  Adam cogió un pelotón de soldados azules y los metió en una caja negra cercana a la chimenea del salón. A otros los enterró en un lugar del jardín. 

Cuando el niño volvió satisfecho al salón creyendo que había terminado con los soldados azules, se dio cuenta de que el más pequeño  de ellos permanecía manteniéndose en pie en la alfombra. Adam  lo cogió y lo golpeó contra el suelo. Sobretodo en los pies , ¿A caso creía que lo  había despistado por ser el más pequeño de todos? Una vez castigó a ese pequeño soldado, recogió a todos los soldados rojos y se los llevó a su dormitorio. Pasaría la noche con ellos. Pero antes…

–¡Niños a cenar!– exclamó la madre mientras ponía la sopa de coliflor en la mesa.

Adam puso la mejor cara de espanto que sabía poner.  Sin duda , los soldados azules no habían sufrido un peor castigo que el que sufrirían las papilas gustativas de Adam.

 
Esa misma tarde, en un lugar de Polonia…

Un pelotón con uniformes andrajosos de rayas azules se dirigían apáticos hacia una construcción oscura de la cuál chimeneas expulsaban humo sin cesar.  Mientras entraban en la cámara de gas todos suponían su futuro próximo, mientras entraban los últimos del pelotón. Oscuridad.


En esa misma tarde , no muy lejos de aquellas cámaras de gas…

Otros prisioneros  de sentimientos embotados cavaban hoyos en la tierra, sabiendo que estaban cavando su propia tumba. Después de ser fusilados por los guardias, quedaron enterrados en el hoyo, que horas atrás habían comenzado a cavar.

Cerca de allí un grupo de  guardias arrastraban a un muchacho de doce años al que habían obligado permanecer en posición firme varias horas y a trabajar a la intemperie , bajo la nieve, con los pies desnudos porque no quedaban zapatos en el almacén.  Se le habían congelado los dedos de los pies  y el médico procedió a arrancarle los negros muñones gangrenados con unas tenazas uno a uno.

Durante unos años  en  una de las casitas del barrio Schnoor en Bremen…

Nuevos días y con los días , meses y años. Adam iba creciendo al igual que su ejército de soldaditos. Las cajas de soldaditos se multiplicaban conforme pasaban los años. Y las victorias del bando rojo y  los castigos de los soldados azules se repetían todos los días. Adam era un gran aficionado y disfrutaba con ello. Posiblemente la frase que más repetía el niño cada año era:

            –Papá, papá, ¿Podemos ir a la tienda del señor Winkler a ver si han traído más soldaditos?

Su padre, normalmente le obedecía, se alegraba de que se le fuera de la cabeza  aquella idea de ser escritor. Pero tampoco quería malcriar a su hijo, así que sólo le compraba los soldaditos con la condición de que se portara bien.

Durante esos años, Adam se comportó como si fuera  el hijo perfecto, lo que causó celos  a Emma.

El niño ayudaba a su madre en la compra, ordenaba su habitación e incluso le daba masajes en los pies a su padre. Emma pensó en hacer algo similar para no quedarse atrás, pero su pequeña nariz pecosa no soportaba los olorosos pies del padre.
Los padres estaban encantados, lo que provocaba que en la habitación de Adam se acumularan cajas y cajas de soldaditos rojos y azules.

Adam durante esos años había oído mucho sobre política y guerras , pero no prestaba suficiente atención. Él sólo jugaba. Sin embargo hubo un día en que Adam no oyó, sino que escuchó, y a partir de ese día todo comenzó a cambiar para el niño. Lo que no sabía Adam es que a partir de ese momento no sólo cambiaban las cosas para él, sino también para Alemania y para el mundo.

Una tarde otoñal de 1944 en una de las casas de Bremen…

El padre de Adam  hablaba con un amigo en el salón. Adam mientras ayudaba a su madre a distribuir la compra en la cocina , escuchó la conversación.

El padre del niño parecía alertado por su tono de voz. Y es que el invitado estaba contando algo aterrador:

–Hemos vivido engañados muchos años, amigo.  Verás… tengo información confidencial sobre que está pasando… Me refiero… Sobre que está llevando acabo el Führer y el partido… Muy poca gente en Alemania lo sabe.


 –¿A qué te refieres Emil?–  preguntó el padre curioso.

Emil se rascó la barbilla pensativo, buscando la manera más concisa de contar aquello que le quitaba el sueño.

–Los judíos están en campos de exterminio, se está llevando un secretismo absoluto sobre esta campaña genocida, apenas la gente sabe sobre ello, esta no es la Alemania que queríamos.

El padre de Adam se quedó boquiabierto. Ambos hombres eran antisemitas pero eso no significaba que apoyaran el exterminio judío.

–¿Pero cómo es posible?

– Han convertido los campos de concentración en industrias de la muerte. Someten a los judíos a atrocidades diarias: experimentan con ellos, los entierran, los torturan, los matan  por hambre o enfermedades, los  esclavizan, o bien los meten  en cámaras de gas…Lo importante para los guardias de las SS es exterminarlos no importa de que forma, sólo les importa que sea de forma rápida.  Los judíos están anulados cómo personas, más que nada porque no son tratados como tal. Han perdido su identidad ,en el campo de concentración son simples números. Números que siempre pierden y guardias que siempre ganan.

El padre de Adam se quedó sin palabras.

Esto último que dijo Emil,  también sorprendió al niño , que esta vez escuchaba detrás de la puerta. A Adam le recorrió un escalofrío por la espalda. Todo aquello le resultaba muy familiar… Todo lo que había explicado Emil era exactamente lo que pasaba en sus juegos de soldaditos cada día.

El niño a pesar de esa noticia continuó jugando a los soldaditos, pero estaba preocupado. A menudo  visitaba a Emil y le preguntaba si sabía algo nuevo de aquel lugar…Auschwitz.

El viejo Emil sorprendido por la insistencia del niño, le contaba lo que sabía cada semana. A Adam cada vez que visitaba al amigo de su padre, le recorrían escalofríos por la espalda. Lo que pasaba en aquel lugar era exactamente lo que pasaba en su juego.

El niño para  asegurarse de que realmente no eran sensaciones suyas, decidió dejar de jugar a los soldaditos durante un mes. Y para el asombro del niño durante ese mes Emil no recibió ninguna noticia de lo que estaba pasando, era como si de repente todo se hubiera apagado.

Adam no podía creérselo, aquello no podía estar pasando ¿Qué ocurría con aquellos soldaditos?

Como se puede imaginar, Adam es un niño, y no podía aguantar mucho más sin disfrutar de  su afición favorita. Así que continuó  jugando unos meses más , pero no de la misma forma que al principio. Mientras Adam jugaba durante esos meses  en su rostro se reflejaba la preocupación de volver a recibir noticias cada semana de Emil.

Una mañana de enero  de 1945 en una de las casas de Schnoor en Bremen…

Adam no podía soportarlo más. Su mayor afición se había convertido en una pesadilla. Ya no disfrutaba jugando a los soldaditos, sólo pensaba en todas las atrocidades que se cometían en la realidad  a raíz de su juego. Debía de hacer algo, debía parar todo aquello, pero… ¿Cómo? ¿Cómo iba a conseguir un niño acabar con el partido nazi, si ni si quiera podía el mundo?

Aquel día a Adam se le ocurrió una gran idea. Pensó que si todo lo que ocurría en su juego, ocurría después en la realidad ¿Qué pasaría si sacaba a los soldados azules de las cajas negras y los desenterraba del jardín? Tal vez dejarían de sufrir los prisioneros en la realidad.

Esto es lo que hizo el niño. Estuvo durante todo un día sacando a los soldaditos azules de sus prisiones: vació todas las cajas negras que tenía en casa y buscó por el jardín a todos los soldaditos azules que había enterrado durante estos años. Al terminar el día se hizo con muchísimos soldados azules en su habitación. Estaban todos.  Esa noche dormiría con ellos  y no con los soldados rojos.

Unos días después  Adam recibió una gran noticia gracias a una nueva visita de Emil.

El hombre  se dirigió a su casa para contar personalmente una noticia impactante: Las tropas soviéticas liberaban Auschwitz y habían salvado a los judíos del campo de concentración.

Mientras los adultos estaban admirados por la noticia, Adam detrás de la puerta escuchaba , mientras esbozaba una sonrisa orgullosa en su rostro.

Adam era consciente de que su plan no había terminado. Aún podía hacer más. Emil le había informado mucho durante estos meses sobre el tema, y el niño sabía que habían muchos más campos de concentración a parte de Auschwitz y que no sólo les ocurrían atrocidades a los judíos.

Al principio al niño se le acabaron las ideas, pues el no tenía más soldaditos azules que desenterrar o que sacar de cajas negras.

Es cierto que pensó en buscar todos los soldaditos azules de Alemania  y liberarlos de las tiendas de juguetes pero eso le llevaría mucho tiempo y muchos zapatos para recorrer el país.

Así que pensó en algo mejor. El niño se dio cuenta de que no tenía soldados azules que liberar, pero sí tenía soldados rojos.  Adam decidió que debía acabar con el problema de raíz , el problema que había causado todo aquello y que había mandado castigar a los soldaditos azules. Adam pensó en aquel soldado rojo grande  que le llamó la atención el día que abrió por su cumpleaños, su primera caja de soldaditos.

Una tarde de abril de 1945 en una de las casitas del pueblo de Bremen…

Adam se encontraba en el salón, sentado  con las piernas cruzadas en el suelo. Estaba solo en casa. Ese día por fin había tomado la decisión de terminar con todo, así que con la mano izquierda cogió el soldadito  grande y rojo, que había sido el líder del bando rojo y había conseguido la victoria en todos sus juegos. Y a  pesar de que había sido el juguete favorito de Adam  durante años, el niño se armó de valor y con la mano derecha estiró con todas sus fuerzas de la cabeza del líder del bando rojo hasta arrancarla. Después la arrojó a la chimenea. Mientras la cabeza se consumía entre las llamas, Adam sintió paz. Todo había terminado.

Esa misma tarde de abril en un búnker de Alemania…

 Adolf Hitler se suicidaba pegándose  un tiro en la parte derecha de la cabeza y su esposa Eva Braun envenenándose  con cianuro.

Adam recibió la noticia al cabo de unos días y se sintió orgulloso porque después de todo había conseguido un niño lo que no habían podido conseguir  durante estos años las potencias aliadas.  Quién pensaría que un niño alemán de Bremen  utilizando su ingenio haría fácil lo  que resultaba difícil a los demás.


Sin embargo la gente siempre halagó a las grandes potencias aliadas por la victoria contra la Alemania nazi, olvidando por un momento que mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas, en muchos sitios pequeños... 

¡Son los que realmente consiguen hacer algo grande!

ANDREA BARBERÁ

Cinco días en Vietnam (relato histórico)

Seguimos con la publicación de los relatos que han sido galardonados en la III edición del Concurso de Relatos Cortos Históricos y de Viajes. Hasta ahora hemos publicado los segundos clasificados de la categoria B (relatos del Holocausto)

Hoy le toca el turno al relato escrito por Patrick Ferrer de 4º ESO A, que participó con este relato en la categoría A (históricos y de viajes) y que obtuvo el SEGUNDO PREMIO. Aborda un conflicto muy reciente y tratado ampliamente por los norteamericanos, especialmente en el cine. narra las vicisitudes de un soldado en la guerra de Vietnam. Espero que os guste.

Cinco días en Vietnam.

Jueves, 2 de abril de 1962:

Querida mamá, te escribo esta carta para que sepas que hemos conseguido tomar un bastión vietnamita en la colina 937. Ha sido una victoriosa batalla y casi ninguno de nosotros ha caído, creo que del batallón 137 de caballería han abatido a un tal Willy, no lo conocía mucho, solo de vista y he  oído que era un chico del bajo Manhattan, no es que tuviera mucha relación con él, pero siempre duele que un compañero se vaya. 

Nos desplegaron en una explanada en la falda de la colina 937 mediante transporte aéreo, yo iba en un Bell 204, o como lo conocéis en la ciudad, un Huey. Se nota que nuestro ejército tiene un entrenamiento muy intenso para las fuerzas del aire, ya que mientras bajábamos haciendo rappel, el helicóptero tuvo que hacer varias maniobras evasivas y justo en una de ellas yo estaba colgado de la cuerda, me caí al suelo pero no pasó nada más. Es un terreno bastante escarpado, tiene muchos desniveles y bastante vegetación, seguro que algunos de esos malditos diablos del vietcom se esconden detrás de esos grandes arbustos. 

Del clima ya ni hablemos, parece el mismísimo infierno. La humedad es insoportable, y cada dos por tres llueve, con lo cual hace que el terreno sea muchísimo más fangoso. ¡Está todo lleno de barro! Otra que detesto de Vietnam, es la cantidad de insectos que hay, desde los típicos mosquitos de Nueva York, hasta sanguijuelas, pasando por orugas venenosas y algún que otro monstruoso saltamontes, no estoy acostumbrado a la “vida” de campo.

Por cierto, me alegró muchísimo la carta que me enviaste el pasado domingo. La recibí nada más llegar de explorar el terreno donde íbamos a pasar  la noche, no parecía haber peligro pero por si acaso pusimos varias minas y cada dos horas los chicos y yo hacíamos turnos para vigilar que no pasara nada grave y nos tuviéramos que arrepentir de no haber hecho dichas cosas.

Mañana día 3, saldremos a asaltar unos de los cinco bastiones que quedan por asaltar para poder tener el objetivo de liberar a Vietnam del Sur de la opresión comunista a la que están sometidos. Cuando vuelva de la misión te escribiré  otra carta diciéndote como ha salido la misión, un beso, tu hijo Fred Melson.

Viernes, 3 de abril de 1962:

Hola mamá, antes que nada, te tengo que decir un pequeño incidente que me ha pasado, no es grave, así que no te preocupes. 

Mientras estábamos subiendo otra colina, de entre los arbustos salió un maldito cerdo comunista y me intentó clavar su bayoneta en el cuello, por suerte, el oficial Matt lo vio a tiempo y le dio un tiro en la cabeza, pero yo en ese momento no debía haber estado junto a ese camino, porque de la inercia me clavó una parte de la bayoneta en el pecho. Me han dicho los médicos de campo que no pasa nada, que solo han sido cinco centímetros y que en unos días estaré de nuevo listo para combatir. Tengo muchas ganas de recuperarme para poder descargar toda mi ira contra el enemigo, ya sabes que soy bastante cabezota y pronto estaré de nuevo subido a un helicóptero surcando el cielo.

Me han transportado a una nueva base que han construido al otro lado de la montaña donde se supone que yo tenía que haber conquistado junto a mis compañeros. La verdad que han tardado poquísimo, solo cinco horas, cuando de normal estamos catorce horas luchando casi sin descanso.  Sé que ha sido una conquista rápida porque desde donde yo estaba tumbado, no he ido casi disparos y he olido el dulce olor de victoria de nuestro napalm ¡bendito sea el que lo descubrió! Después del ataque aéreo se ha podido oír algunos gritos estremecedores de algunos enemigos agonizando por las quemaduras del napalm. Me va a costar mucho quitarme ese sonido de la cabeza. Poco tiempo ha pasado desde el ataque aéreo cuando se han oído algunas explosiones a lo lejos. Supongo que serían nuestras tropas entrando en Laos con los tanques. Intuyo que es Laos porque muchas de las carreteras por donde avanzábamos rápidamente estaban asfaltadas.

 Hasta mañana mamá.

Domingo, 5 de abril de 1962:

Mamá, ayer sábado me subió mucho la fiebre y fue cuando recordé cómo me cuidabas cuando era pequeño. Me deprimí mucho. Me han dicho los médicos que mi estado tiene que mejorar, pero no te asustes, los dos sabemos que soy valiente y que un guerrero no le teme a nada, a parte, el abuelo se que nos cuida desde arriba, y no va a dejar que nos pase nada malo. Ya es la una y me van a traer la comida, hoy tengo sopa de ajo y algún trozo de pan, espero que cuando vuelva me hagas un buen cocido para cenar, lo deseo, Dale un abrazo fuerte a Tim, y que sepa que tiene todo mi apoyo con los exámenes que va a tener dentro de poco. ¡Que estudie mucho!

Tengo una mala noticia madre, a las 16:27 un grupo de comunistas asquerosos han atacado la base donde yo estaba descansando y bueno, nos es que me encuentre muy bien, noté un fuerte dolor en un costado del pecho y tosí un poco de sangre. Dile a Tim que todo marcha completamente bien y que hemos conseguido tomar la última colina. Esta batalla ha sido la más dura que hemos sufrido hasta ahora, enviamos como 21000 hombres a esa maldita colina y han vuelto enteros 10000, se han ido a un lugar mejor 5000 y los restantes, van a tener que necesitar un psicólogo durante mucho tiempo. La guerra es muy dura, pero nuestra bandera es más dura todavía.

Martes, 7 de abril de 1962:

Estimada señora Melson, soy el capitán de la División 101ª de aerotransportada, me resulta un poco duro decirles las palabras que voy a escribirle a continuación. Como usted sabe, el pasado domingo 5 de abril la base terrestre 214 a los pies de la colina 546 sufrió un ataque de las fuerzas norvietnamitas y a su hijo le hirieron de gravedad, por mucho que él insistía. Ha sido un placer luchar junto a su queridísimo hijo en el campo de batalla. En los años que llevo luchando aquí en Vietnam, nunca he visto a un soldado tan audaz y valiente como el Cabo I Fred Melson Garrix. En nuestro regimiento era y es muy querido por todos. 

Le parecerá que estas palabras son las típicas que se suelen decir, pero estoy muy orgulloso de usted, por haber dado a luz y criado a un hijo como fue él. Ahora Fred está de camino al encuentro con su abuelo. Sus últimas palabras antes de abandonarnos fueron: 

“No le digas al mundo que fui un héroe, dile al mundo que soy la causa por la que ellos cenan el día de Navidad seguros en sus casas mientras yo me dejo la piel velando por su seguridad y que si un día osan revelarse contra las fuerzas del orden, que se lo piensen dos veces porque gracias a mí, ellos pueden dormir tranquilamente en sus casas. Mamá, dile a Tim que hoy brillará una estrella junto a la del abuelo, y que le estoy observando. Te quiero mamá y no llores, porque me he ido por un tiempo, y mi alma sigue estando a tu lado aunque mi cuerpo no, gracias por todo madre.”

 

PATRICK FERRER LORO