Llegamos al final en la publicación de los relatos que han sido galardonados en la III
edición del Concurso de Relatos Cortos Históricos y de Viajes. Hoy publicamos el ganador de la categoria A (históricos y de viajes)
ÁRISA HORIE VELASCO de 3º ESO A
PRIMER PREMIO en la categoría A
(relatos históricos y de viajes)
La calidad literaria y el ritmo del relato, junto con el rigor histórico y la profundidad de los personajes han sido los argumentos que el jurado esgrimió para darle el premio a este relato ambientado en la II Guerra Mundial, en un París ocupado que muestra como la guerra trunca los sueños y las vidas de muchas personas. Un estupendo relato que esperamos que os guste y con el que ponemos fin a la publicación de los relatos galardonados en el concurso de este año, no sin antes repetir la enhorabuena a los premiados y el agradecimiento a los participantes.
Y no olvidéis seguir leyendo y escribiendo también en vacaciones. tenéis una lista de libros recomendados y recomendables en el blog haciendo click aquí entre los que a buen seguro encontraréis buenos títulos que os harán disfrutar y pasar un buen rato además de disfrutar de la lectura. Aprovechad el tiempo.
Memorias de Denisse
22
de junio de 1994
Lo
recuerdo como si fuera hoy. Yo tan solo era una niña, con mucha vida
por delante y mucha inocencia. En realidad hace mucho tiempo de
aquello, 55 años para ser exactos, pero hay cosas que te dejan
marcada de por vida, tanto que desde entonces no vuelves a ser la
misma, y eso es justo lo que me pasó a mí.
Me
llamo Denisse Douchamp, y nací en una gran ciudad llamada París.
Siempre fui una niña alegre a la que le gustaba jugar y divertirse,
pero es sorprendente como las cosas pueden cambiar de un día para
otro, y como la vida te hace madurar en cuestión de segundos.
Corría
el año 1939 y estallaba la Segunda Guerra Mundial. Recuerdo días
antes, ver a mis padres preocupados, hablando en susurros. En esos
momentos me preocupaba, imaginaba que algo malo iba a pasar; pero
todo el miedo se esfumaba cuando ellos con una gran sonrisa me
decían: ‘todo va a ir bien, cariño’. No entendí realmente lo
que iba a pasar hasta que sucedió.
3
de septiembre de 1939
Mi padre me pidió que me sentara con él en
el sofá. Fui con una sonrisa forzada, pues sabía que lo que tenía
que decirme no era bueno; me temblaban las piernas, pero lo logré
disimular. Me senté encima suyo dispuesta a escuchar. Sinceramente
siempre he sentido gran admiración y cariño por mi padre, y aún a
mis 15 años me encantaba sentarme sobre él. Me contó que junto con
Gran Bretaña habíamos declarado la guerra a Alemania por haber
arrasado Polonia. En ese momento me quería morir. ¿Y si mandaban a
mi padre al frente? o ¿y si moría pilotando un avión? Mi padre era
piloto, amaba su trabajo, y en esos momentos yo lo odiaba. La rabia
me inundaba por dentro, pero sabía que no debía enfadarme con él,
no, no era su culpa. Me limité a darle un abrazo mientras una
lágrima surcaba mis mejillas y él me decía: ‘no pasará nada
pequeña, todo irá bien’.
Un
tiempo después de que se declarara la guerra, Francia estuvo más o
menos tranquila, como si nada hubiera pasado, esto se conoció como
la ‘drole de guerre’, pero yo aún así no dormía por las
noches, por lo que pudiera pasar. La masacre no llegó a mi país
hasta el día diez de mayo del 40, día en el que mi miedo aumento
aún más.
Pero
el día que cambió mi vida por completo, el día que me derrumbó
para clavarme una espina que aún no he podido sacar fue el 13 de
mayo. Ese día mi padre fue a trabajar, esta vez para el general
Vuillemin, vigilando desde su avión la ciudad, pues el día anterior
las panzerdivisionen alemanas después de franquear el bosque de los
Ardenas irrumpieron con sus potentes blindados en la llanura
francesa y rebasaron por la espalda el ejército francés y la línea
Maignot.
Esa
tarde yo fui a mis clases de teatro, creo que ese era para mí el
mejor momento de la semana, meterme en otro papel, apreciar cada
mínimo detalle de cada personaje, me encantaba; y tenía muy claro
que en un futuro sería actriz. Al volver iba especialmente contenta,
me habían dado el papel protagonista para la obra y el otro
protagonista era Lucas, el chico del que llevaba tiempo enamorada.
Por un momento olvidé todo lo relacionado con lo que de verdad
sucedía a mi alrededor. Al llegar a casa no pude notar el olor a la
cena proveniente de la cocina que había siempre, no le di
importancia y saludé mientras canturreaba una canción. Enfilaba el
pasillo hacia mi habitación cuando una voz quebrada proveniente del
salón me dijo: ‘Denisse, ven por favor’.
Lo
que vi al entrar me horrorizó, mi hermana Celine y mi hermano Hugo
no podían apenas respirar, y mi madre tenía los ojos rojos de
tantas lágrimas a pesar de que se hacía la dura.
-¿Qué
ha pasado? No quiero veros mal, ¿lo sabéis? Sois para mí lo más
importante.-dije.
-Denisse
cielo, a veces la vida es muy injusta-dijo mi madre tomando aire- y
se lleva a quien menos se lo merece.
-¿Qué
quieres decir?-pregunté alterada.
-Tu
padre ha muerto, iba en un caza ‘Poted 631’ cuando le alcanzaron murió al impactar el avión contra el suelo. Pero... -dijo
impidiéndome hablar- has de ser fuerte, tienes hermanos pequeños,
amigos y gente que te aprecia mucho.
-Me
lo prometió -dije con un hilo de voz- me prometió que nada pasaría.
En
ese momento recordé una frase que escuché una vez ‘en todas
nuestras vidas hay una caída de la inocencia, y después de esto
nunca somos los mismos’. Nunca había entendido esa frase, ahora ya
lo hacía, y deseaba no hacerlo. En ese momento dejé atrás la
inocencia.
Sin
papá esto ya es una familia -dije para mi- Y acto seguido me encerré
en mi cuarto.
Estuve
una semana exacta llorando amargamente lo que en mi vida lo había
hecho. Hasta que un día me decidí a salir. Lo primero que hice fue
dirigirme hacia mi madre y mis hermanos, los abracé mientras les
recordaba lo mucho que los quería.
Al
día siguiente las bombas nos tenían atemorizados, y mi madre me
dijo que no iría más al colegio. Por la calle todo era diferente,
el olor a pólvora inundaba la ciudad. Podías ver árboles, coches…y
miles de cosas quemándose a causa de las bombas, e incluso cuerpos
inertes por los suelos. Pero lo peor no era el aspecto de las calles,
sino el de la gente. En las caras de las personas se apreciaba el
dolor, el miedo, la rabia… Todos tenían caras largas, con ojeras.
Nada era lo mismo. Parecía que de otra ciudad y otras personas se
tratase.
Los
siguientes días transcurrieron lentos, prácticamente no salimos de
casa y el ambiente no era el mismo.
El
26 de mayo me enteré de que a las 23:00 en Dunkerque se puso en
marcha la ‘operación Dinamo’, para evacuar las fuerzas francesas
y al cuerpo expedicionario inglés que quedaron atrapados con sus
espaldas al mar. Cada vez la guerra se iba más de las manos, y cada
vez era más peligroso salir.
Los
días pasaron y llegó el 1 de junio. Estaba muy emocionada, ese día
veía a Lucas. Antes de salir mi madre me dijo que este mes no iría
a teatro, pues lo veía peligroso y una locura que no se suspendieran
las clases y no teníamos apenas dinero. Yo asentí pues no quería
ocasionar problemas, pero haría lo que hiciera falta por seguir con
mis clases, al fin y al cabo, era mi sueño.
Después
de cenar me encerré en mi cuarto, y cuando nadie me veía salte por
la ventana, corrí todo lo que pude, pues tenía miedo, y llegué al
teatro. Solo había llegado Lucas, me saludó con dos besos y me
sonrío. Era un poco más alto que yo, y llevaba los pantalones
grises de siempre. Para mi tenía la sonrisa más bonita de todas y
ese don de hacerme reír por todo. Sé que puede que no fuera el
chico más guapo, pero lo que me gustaba era su forma de ser. Al
salir de clase el propietario de la escuela me recordó que tenía
que pagar junio, y yo sin pensarlo dije que lo haría. A punto de
llegar a mi casa vi una enfermería que solicitaba una enfermera
nocturna, a cambios de vales para comida, y a pesar de que sabía lo
peligroso que era, no me lo pensé dos veces, últimamente la comida
escaseaba en mi casa, y aunque eso no sirviera para pagar mis clases,
y tuviera que dejarlo valdría para alimentarnos. Ser actriz era mi
sueño, sí; pero mi familia era más importante.
Al
día siguiente me volví a escapar para trabajar mientras todos
dormían. Mi secreto solo lo sabía Alice, mi mejor amiga, quien
vigilaba desde su ventana a mi madre, pues yo no quería que esta se
preocupara, ya me inventaría alguna excusa para explicar de donde
salía la comida.
El
tres de junio 300 aviones de la Luftuaffe alemana bombardearon París.
Ese día fui con gran miedo a trabajar, tanto que volví a casa con
lágrimas en los ojos, tenía miedo pero necesitaba la comida.
El
día siguiente lo pasé en casa, evitando las miradas de mi madre por
si acaso sospechaba algo. Ese día millones de soldados franceses e
ingleses se vieron obligados a replegarse a Dunquerque, una población
en la costa, y se improvisó inmediatamente su evacuación por el
mar, que duró 10 días y salvó 33800 soldados de ser capturados por
el ejército alemán. Yo imaginaba que mi padre estaba entre ellos,
que aún vivía y vendría a darme las buenas noches, pero no era
así.
Pasaron
los días y cada día que pasaba era un poco peor, al llegar a casa
un mar de lágrimas surcaba mis mejillas cuando todos dormían.
Necesitaba hablar con alguien, contarle mis miedos, mis
inseguridades, el problema era que no tenía con quien.
El
14 de junio las tropas nazis entraron a París, recuerdo que aquel
día me escapé como siempre mientras Alice vigilaba desde su
ventana, lo que vi al llegar al hospital no lo había visto nunca, un
montón de gente ensangrentada y a punto de morir, y caras de agonia
en las personas, ahí me di cuenta de que la guerra es lo más cruel
y horrible que te puedas encontrar, muchos hablan de lo terrible que
sería, pero no lo sabes de verdad si no lo has vivido. Ya no era
solo el sufrimiento de las personas en aquel hospital, sino también
en las calles, las ganas de matar a sangre fría de todas las
personas, simplemente por tener ideas diferentes, incluso el agua y
la comida empezaban a escasear.
El
17 tras la toma de la ciudad a manos del ejército nazi, el general
Henri Petain anunció su intención de firmar un armisticio con
Alemania, y el 18 Charles Degaulle hizo un llamamiento a sus
compatriotas para seguir luchando en la guerra bajo su liderazgo. Yo
tenía miedo de lo que pudiera pasar, cada día las cosas iban a
peor, y cada día veía a mi madre más cansada a pesar de que
intentaba disimular.
Al
día siguiente me enteré de que los nazis habían reclutado a Lucas
y a otros chicos del barrio para limpiar las calles de bombas y
adiestrarlos en el arte de la guerra, cada vez veía a más personas
morir sin nadie que se apiadara desde mi ventana, sabía que si Lucas
seguía así acabaría muriendo. Cuando miraba por la ventana veía a
Lucas con los ojos entristecidos y se me partía el alma, durante
unos días mi día se resumió en mirarlo desde la ventana. Un día
una bomba cayó cerca de mi casa y de pronto lo vi tirado en el
suelo, acto seguido unos alemanes se acercaron y le dieron una patada
para asegurarse de que había muerto, no respondió, inmediatamente
las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, al rato alguien llamó a
mi puerta, me acerqué y mis ojos no daban crédito a lo que veían,
era Lucas, lo tenía delante mío, a apenas unos centímetros, a
pesar de todo no había perdido la sonrisa. Le hice pasar y me dijo:
-Denisse,
ahora creen que estoy muerto, necesito tu ayuda, este es el único
sitio donde me puedo refugiar.
Yo
asentí con una sonrisa tímida, y en seguida le hice un hueco en mi
habitación. Los días pasaban y mi relación con Lucas cada vez iba
siendo más estrecha, mi amor por él crecía poco a poco en
silencio, a la vez que el miedo de que se enteraran de la verdad,
pues entonces estaba muerto. Los días que pasó conmigo logró
llenar el vacío que sentía después de todo, él me sacaba mis más
sinceras sonrisas.
Recuerdo
que el 19 de junio salí cautelosamente a por comida, y cuando me
quise dar cuenta un soldado alemán me rodeaba la cintura con sus
brazos, si mi memoria no falla me dijo que era muy guapa, mientras
acercaba con una sonrisa pícara su cuerpo al mío e intentaba
quitarme la ropa, apuntaba con una pistola en mi sien, amenazándome
con disparar si no le obedecía, yo no me opuse, estábamos yéndonos
cuando de pronto el soldado cayó al suelo, una piedra le golpeó la
cabeza.
-¡Denisse
corre a casa, no mires atrás!-dijo una voz familiar.
Corrí,
pero no pude evitar darme la vuelta para ver quién me había
salvado. Me giré y vi como Lucas corría detrás de mi, cuando de
pronto escuché un disparo y vi a Lucas en el suelo a la vez que el
soldado quedaba inconsciente. Me acerqué a Lucas lo más rápido que
pude.
-¿Por
qué lo has hecho? Podías haberte salvado-dije sin poder contener
las lágrimas.
-Debía
hacerlo, mi vida no tiene sentido sin ti. Te quiero Denisse, te
quiero más que a nadie, jamás lo olvides, pase lo que pase.
-Yo
también te quiero Lucas, siempre lo he hecho, y lo haré por el
resto de nuestras vidas, no te dejaré escapar, saldremos de
esta-dije mientras colocaba mi camisa a modo de venda en su sien.
Corrí
a mi casa a pedir ayuda, y nos apresuramos a llevarlo a una
enfermería cercana. Mientras estaba tumbado en la camilla me dijo:
-Prométeme
que no iras más a trabajar, que aunque parezca que no yo me entero
de todo-dijo mientras sonreía sinceramente.
-Te
lo prometo. Prométeme tu a mi que saldrás de esta.
Pero
ya era tarde. Lo tenía tomado de la mano y noté como su pulso se
paraba a la vez que su respiración.
Las
lágrimas brotaban de mis ojos como si de un mar se tratase. Cuando
pensaba que las cosas no podían ir a peor, al día siguiente mi
madre murió por la gripe.
El
22 de junio Francia por fin se rindió ante Alemania, cuando firmó
un armisticio. Me alegraba de que para nosotros la guerra hubiera
acabado, pues en otros países acababa de empezar. Pero me sentía
vacía, nada me llenaba, solo me hacía seguir el hecho de tener que
cuidar de mis hermanos.
A
día de hoy, como he dicho antes ya han pasado 55 años, el dolor es
más lejano, pero aún sigue ahí. He escrito este texto para sacar
una espina que tenía clavada hace mucho tiempo, necesitaba contarlo
a alguien y he decidido plasmarlo en el papel. Aunque por mucho que
haya intentado expresarme lo mejor posible jamás sabrás lo que
sufrí si no estuviste presente.
22
de junio de 2014
Me
llamo Alice y tengo 89 años. Sí, lo has adivinado, soy la mejor
amiga de Denisse. Hoy ya hacen 20 años desde que escribió esto,
desde que sucedió aún más. Denisse está muy enferma, le han
diagnosticado cáncer y el médico dice que no sobrevivirá mucho
tiempo. He decidido añadir esto por si algún día alguien se lo
encuentra, para que sepa como acaba la historia de Denisse, pues es
una de las personas más fuertes y valientes que he conocido.
Ahora
mismo está casada, y es feliz junto con sus dos hijos Lucas y Pierre
(en honor a su padre). Por mucho que quiera a su marido, se que jamás
ha significado para ella lo que significó Lucas, pues aún se le
escapa esa sonrisa cuando habla de él y no hay día que no lo
recuerde, para ella es un héroe, el que le salvó la vida. Pienso
que amores de verdad solo hay uno en la vida y que de verdad solo nos
enamoramos una vez; y ella, sin duda alguna, lo hizo con apenas 15
años y fue de Lucas, a pesar de que quiera a su marido.
Espero
haberme explicado bien, y que la historia de Denisse os sirva de
ejemplo de superación para el resto de vuestras vidas. Ahora solo
espero que allá donde vaya Denisse se reencuentre con todos los
seres queridos que perdió en la guerra, y consiga ser del todo feliz
para siempre.
ÁRISA HORIE VELASCO
No hay comentarios:
Publicar un comentario