CAPÍTULO XII
Multitud agolpada en las cercanías de la Cibeles. |
Los gritos comenzaron a sonar provenientes de Atocha. Los camiones entraban a poca velocidad en dirección a la Cibeles y la multitud se abalanzó contra ellos. Los hombres que en ellos iban, no sabían dónde mirar ni lo que hacer. La gente les machacaba a preguntas sobre sus seres queridos y su procedencia. Algunos eran reconocidos, mientras otros lloraban sin poder reaccionar. Aquello era un auténtico caos. La gente se empujaba, se insultaba, se obstaculizaba… Alguien cayó al suelo y fue pisoteado sin miramientos. Y entre la multitud, Manola comenzó a gritar:
- ¡Antonio! ¡Antonio! ¡Antonio! – pero no hallaba respuesta y los empujones, la apartaban cada vez más de los camiones.
Desesperanzada y enrabietada por no poder ver a los soldados, ni preguntarle a nadie por su Antonio, se sentó en un bordillo y rompió a llorar. Pero en ese mismo instante, escuchó un sonido familiar. Un silbido que creyó reconocer. Antonio siempre silbaba así. No podía ser otra persona, pero… No podía ser. Lo habría imaginado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario